«Siempre me daba una palabra de la Biblia, siempre tenía un versículo a mano para cada uno».
Decenas de personas me expresaron por separado desde el 29 de septiembre hasta ahora estas frases.
La protagonista es mi madre, Martha Laurencena de Dergarabedian, quien falleció ese día en Mar del Plata.
Refrendo esos testimonios con mi propia experiencia. En ocasiones como mi cumpleaños, viajes y pruebas, mami siempre terminaba su carta, e-mail, mensaje de texto o llamada telefónica con la cita de alguna porción de la Biblia, en general de la versión Reina-Valera 1960.
También regaba las charlas y las despedidas cara a cara con versículos de las Escrituras.
La referencia a la Biblia no era mecánica o en tono neutro, como si fuera una formula química o una mantra. Siempre pronunciaba esas oraciones y frases bíblicas de forma convencida, como alguien que aprehendió e hizo propia la Palabra de Dios.
Mi familia de origen siempre le dio un lugar central a la Biblia. Mi papá Roberto fue tesorero de la Sociedad Bíblica Argentina, y mami llegó a ser la primera presidenta de esa institución, que yo integro como socio desde hace un par de años.
Pero ese lugar central no estaba dado por esos deberes laborales o de servicio, sino como una necesidad cotidiana de encontrar en la Biblia la guía para vivir.
En su casa mamá atesoraba muchas Biblias y porciones de las Escrituras.
Te comparto algunas fotografías de ellas que tomé en su departamento en estos días.
Los ejemplares de la Biblia de la última foto estaban en el bolso de mano que mami llevó a Mar del Plata, donde falleció. Son de dos versiones distintas.
Ella estaba abierta a leer nuevas traducciones, porque entendía que la Palabra de Dios es viva y permanente.
Además subrayaba las partes que le llegaban directo al corazón y escribía cuadernos con sus reflexiones y devocionales, una práctica que mantuvo hasta el último día de su vida.
Doy gracias a Dios porque mi madre encarnó a lo largo de su vida los principios de la Biblia y porque nos enseñó a mi hermana y a mí a tenerla como nuestra guía cotidiana.
Lindas palabras. Mi viejo es igual, un reflejo de lo que decís! un abrazo y «el árbol se conoce por sus frutos» 😉
El principio de la Sabiduría es el Temor de Dios, que viene del conocimiento de SU PALABRA!
Mi madre fue admiradora de Marta Dergarabedián, con quien mantuvo una estrecha y genuina amistad …
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS POR COMPARTIR TANTO!
Gracias César por tantos recuerdos. Nos conocíamos hace más de 60 años y aún surgen cosas que nos compartes que nos inspiran y la valorizan como cristiana fiel y admirable persona. «Sus obras le siguen».
¡Muchas gracias, querida Noemí!