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¿Hay espacio en las iglesias para los fracasados y los dolidos?

By 23 noviembre, 2013noviembre 22nd, 20153 Comments

Me preguntan: “¿Todo bien?” Y respondo: “No, todo bien no”. 

Es cierto: luego de la muerte de mi hija María en 2008 y desde hace menos de dos meses, después del fallecimiento de mi madre, Martha Laurencena de Dergarabedian, el interlocutor que está enterado de estas partidas que sufrí se cuida de formularme esa habitual y coloquial pregunta argentina.

Previamente a esas pérdidas me había construido cierta fama de tipo complicado a partir de una respuesta propia a este interrogante, una expresión del pensamiento positivo popularizada por el conductor y empresario televisivo Marcelo Tinelli.

Hoy cuando me la formulan respondo invariablemente con la frase del principio. Busco así provocar alguna reacción en mi interlocutor, invitándolo a reflexionar sobre sus palabras. Alguna que otra vez se abrió una conversación interesante, pero la mayoría de las ocasiones no pasé de generar perplejidad que luego derivó a planos superficiales y seguros.

Puerto Madero, Buenos Aires, marzo de 2013.

Puerto Madero, Buenos Aires, marzo de 2013.

En las iglesias se observan las mismas expresiones “positivas”. La escritora estadounidense Bárbara Ehrenreich, autora del libro “Bright-Sided: How the Relentless Promotion of Positive Thinking Has Undermined America” (“El lado brillante de las cosas: Cómo la promoción asidua del pensamiento positivo ha socavado a Estados Unidos”), de la editorial Metropolitan Books, trató el tema en esa obra y en esta entrevista periodística.

En esta nota apuntó a “los ‘pastorpresarios’” (sic), porque “eliminaron de la iglesia sus antiguos símbolos -como Cristo y la cruz- para no asustar a los feligreses”.

Ehrenreich señaló en esa nota que “es realmente un bajón pensar en un tipo muriendo en una cruz. La teología positiva va de la mano con el fenómeno de la mega iglesia. Los pastores emprendedores descubrieron que podrían tener una congregación más grande si la gente no vivía sintiéndose mal, de manera tal que no había conversaciones sobre el pecado o el infierno, sino simplemente sobre lo bien que irían las cosas”.

En el libro, la escritora describe su experiencia con el cáncer de mama, cuando se sintió oprimida por los aspectos de “sentirse bien” de la cultura. “Además de tener esta enfermedad, te dicen que si no cambias tu actitud a una de felicidad, no te vas a mejorar”, señaló.

Para la autora, lo peor de este optimismo forzado es que “silencia a la gente y sofoca el disenso. También hay una falta de piedad en la que uno teme quejarse de las cosas malas. Cuando uno ha perdido el trabajo, ha perdido la casa, le han diagnosticado una enfermedad grave, no es suficiente decir que uno debería tener una mejor actitud”.

Palabras que constituyen un desafío para las iglesias, donde los derrotados, los fracasados, como el recaudador de impuestos de Lucas 18.9-14, o quienes atravesamos procesos de duelo, tienen cada vez menos espacio en congregaciones donde crece el exitismo y las presiones para que todos vayan balando como ovejas frases del estilo “todo bien”.

Publicado originalmente en la edición 246 de Pulso Cristiano.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

3 Comments

  • Javier Castro dice:

    Estimado Cesar: no creo en el dolor como un buen apuntador, si es un probado movilizador pero un difícil director. En lo personal debo confesarme un acomplejado Católico que siente aludida su grey cada vez que se nombra a la iglesia, aún cuando esto se hace en forma general. Fíjate que algunas imitaciones de mi creencia llegan a un marketing tan exaltado que proponen eslogan tales como «Pare de Sufrir» entre otras. Concretando la respuesta sobre tu pregunta «¿Hay espacio en las iglesias para los fracasados y los dolidos?» en mi Iglesia, la de las imágenes y santos sufrientes, hay deserción de triunfadores e indoloros, al punto tal que al caído y al doliente lo santificando y beatizamos por su ejemplo al transitar esos caminos. Administrativamente algunas veces mi Iglesia, (con la totalidad de todas las otras), ha sido mas o menos mundana en idéntico grado del poder detentado, el que atrae a mas pragmáticos que fieles. Otras veces se ha elevado sobre ello, pero la esencia es el cobijo del necesitado, no ha sido nunca una reunión de satisfechos. Pocos se acercan a agradecer. La masa mayoritariamente eleva sus oraciones para pedir. Te envió un abrazo y con mis perdidas y dolores acompaño tus sentimientos y pesares. Fdo.: Javier Castro.-

  • Como siempre leerte da una cierta paz de no ser un bicho en el mar de ángeles que flotan por todos lados. (perdón mi sarcasmo)
    Pienso como vos, te dicen: no use la queja. No haga reclamos. No abra la boca más que para agradecer.
    Pero pocos entienden que no es depresión, no es queja, no es negativo, que es normal y natural, propio de los seres humanos al atravesar un duelo y mostrar como si el dolor nos pesara en los hombros, que no hubo maquillaje suficiente que dibuje sonrisas.
    Es difícil atravesar solo por la vida estas perdidas. Dios sabrá de los tiempos que necesitamos para recuperarnos.
    Creo que sólo los indiferentes o seres egoístas son los que en menor medida pasas sin sobresaltos las circunstancia de la vida.
    Un abrazo enorme querido César.
    Saludos cordiales. Rosa Acosta

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