El 24 de abril se cumplirán 100 años del inicio del genocidio armenio, mi comunidad de origen por el lado paterno.
Uno de los desafíos que plantean el trabajo de recordar y homenajear a las víctimas y damnificados de estas tragedias es encarnar a esas personas para que dejen de ser una cifra, una más entre miles de protagonistas anónimos. Con ese propósito entrevisté a argentinos descendientes de sobrevivientes del genocidio.
En las siguientes líneas, el testimonio de la licenciada en ciencias de la comunicación Eugenia Akopian, 30 años, residente en Buenos Aires.
-¿Qué parientes tuyos, que conociste en persona, vivieron en carne propia el genocidio?
-Tanto del lado materno como paterno, han sufrido el genocidio. Mi abuelo paterno, Hrant, vivía junto a su familia en Kars. Al comenzar las matanzas se vieron obligados a dejar todo y escapar. Varios miembros de la familia fueron asesinados. Mi bisabuela materna, Amalia, vivía en Igdir. Junto a su familia escaparon a Ereván. Su madre y otros integrantes de la familia, fueron víctimas del genocidio.
-A partir de tus recuerdos y vivencias, ¿cómo impactó en ellos lo sucedido hace 100 años?
-Por empezar, ambos eran personas con una fortaleza ejemplar.
Mi abuelo Hrant era un hombre de principios, valores y, sobre todo, dueño de su palabra. Ser víctima de un genocidio forjó su carácter y su personalidad. Un hombre exigente, firme, pero al mismo tiempo, una persona dulce con sus seres queridos, un abuelo que marcó la vida de sus nietos; un hombre que dejó su huella.
Sin embargo, ambos hablaron muy poco sobre esos tristes sucesos. Probablemente, ser testigos de tanto dolor, de tantas atrocidades les hizo creer que ninguna persona merece ni siquiera escucharlo.
-¿Cuál es tu posición y actitud ante el centenario del genocidio armenio?
-El centenario es una fecha particular. Nos recuerda que hace cien años ocurrió una de las tragedias más grandes de la historia de la humanidad, una mancha oscura en la historia universal que aún sigue impune. El responsable, el Estado turco, no sólo no lo reconoce, sino que lo niega: la etapa final del genocidio no son las últimas muertes, sino que es la práctica sistemática negacionista que aún persiste.
Soy una guerrera, una militante de la causa. Mi familia y mi pueblo sufrieron el genocidio y de eso no me olvido. Exijo reconocimiento, exijo justicia. Clamo un Nunca Más universal para terminar con el flagelo genocida. Pero quisiera aclarar que no es sólo por el centenario. Siempre tuve la misma actitud; sea el aniversario que se conmemore.
-¿Cómo recordarás el centenario del genocidio armenio?
Probablemente lo recordaré como una fecha particularmente emotiva. Haber estado en Armenia en el año del centenario agrega algunos condimentos extra. Ojalá sea uno de los últimos aniversarios que tengamos que exigir reconocimiento. Espero que también sea una fecha clave para abrirle los ojos de muchas personas, hacerles entender qué es un genocidio, cuál es la matriz genocida y que bajo ninguna circunstancia, se debe repetir estos actos de barbarie, en ninguna parte del mundo.
Puedes leer las respuestas del resto de los entrevistados aquí.