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Margit Eppinger Weisz fue una artista húngara que vivió en la Argentina. Fue una mujer libre, que tomó decisiones a lo largo de su vida que requirieron diversas travesías para ser concretadas.

Por ejemplo, decidió viajar sola a Berlín y París en la década de 1920 para estudiar y trabajar, fugarse para salvar la vida de su familia, emprender viajes exploratorios en busca de un lugar de residencia o, ya mayor, visitar múltiples lugares del mundo para registrar en sus pinturas y dibujos diferentes paisajes, personas y atmósferas.

Margit estudió en Budapest, la capital de Hungría, con el pintor Adolf Fényes.

Su pintura, fundamentalmente compuesta por retratos y paisajes, se inscribió en los realismos de entreguerras.

En su estancia parisina, a mediados de la década de 1920, se vinculó con el mundo de la moda al colaborar con ilustraciones en diversas publicaciones.

En 1930, regresó a Budapest donde contrajo matrimonio y alumbró a sus hijos Marion y Ervin.

Continuó con su carrera artística participando en salones y obteniendo distinciones.

En 1939, Europa se sumergió en los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Margit y su familia lograron sobrevivir a la guerra, la discriminación y la persecución por ser judíos.

Si bien las leyes antijudías ya estaban vigentes en Hungría, a partir del 18 de marzo de 1944, cuando el ejército alemán invadió el país, comenzaron las deportaciones masivas a los campos de concentración.

Esta situación provocó la fuga de Margit y familia a Eslovaquia y, gracias a la ayuda de una familia húngara, aristocrática y católica que los ocultó, pudieran sobrevivir.

En los primeros meses de 1945, liberados por las tropas rusas, emprendieron el regreso a Budapest.

Nuevamente en su ciudad, Margit activó los lazos con la escena artística.

En esos años de la inmediata posguerra, entre 1945 y 1947, su casa se convirtió en un lugar de encuentro.

Las visitas de artistas —como Corneille, Jacques Doucet, Jenõ Barcsay y María Modoc—, escritores —como Louis Aragón— y músicos —como Sándor Reschofsky y Zoltán Kodály— quedaron registradas en un pequeño cuaderno de visitas.

También se vinculó con los artistas que conformaron el movimiento llamado “escuela europea”, concentrado en la pequeña ciudad de Szentendre.

Más allá de restablecer los vínculos y contribuir a reactivar la escena artística, en definitiva, volver a tener una vida normal, Margit sintió la necesidad de ser testigo de la historia.

Esa necesidad la llevó, a fines de 1945, a presenciar el juicio del tribunal del pueblo a los jerarcas nazis húngaros.

En un breve texto biográfico, se señala que ella «fue la única artista autorizada a asistir a los juicios contra los criminales de guerra para poder retratarlos”.

Sus dibujos, rápidos y expresivos y realizados en carbonilla, tenían la función de reflejar lo que sucedía.

Margit interpretó el lenguaje corporal de los acusados y capturó sus expresiones y posturas; precisaba plasmar las imágenes de los culpables frente a la Justicia.

A diferencia de las fotografías, su trazo develaba la emoción que le producía ser testigo privilegiado de ese momento.

Ya en la Argentina, a partir de 1948, colaboró con sus diseños en diversos talleres textiles hasta que, en 1959, comenzó a trabajar exclusivamente en la empresa textil familiar y así abandonó su carrera artística.

Margit dibujaba modelos, y también hacía los moldes con las instrucciones para la elaboración de las prendas.

Esta incursión en el mundo de la confección se extendió hasta mediados de la década de 1960, cuando retornó al mundo de la plástica.

En ese momento empleaba el óleo, la témpera, la acuarela, el grafito, la carbonilla y las fibras para pintar fieles retratos, diseñar múltiples paisajes que registraban sus viajes por Europa, América latina y África y registrar mundos imaginarios.

En 1975, expuso sus obras, por primera vez, en la galería Martina Céspedes de Buenos Aires. Falleció en la Argentina en 1989.

El 21 de febrero de 2019 se inauguró «Travesías», una muestra que recorre su obra.

Curada por Cecilia Rabossi, la exposición comparte espacio con el homenaje a Carlos Gallardo (1944-2008) en el primer piso de Suipacha 658, Buenos Aires, sede el Espacio de Arte de la Fundación OSDE.

La muestra puede visitarse, con entrada gratuita, hasta el al 27 de abril, de lunes a sábados de 12.00 a 20.00 (domingos y feriados cerrado).

Uno de los nietos de Margit es mi apreciado colega Daniel Helft, quien trabajó en esta muestra de su abuela en los dos últimos años, con la ayuda de «excelentes profesionales», según contó en su perfil en Facebook, y que incluyó un viaje a Hungría en busca de información.

En la muestra están los dibujos de los nazis enjuiciados que fueron prestados por el Museo Judío de Budapest para esta muestra.

Además de la exposición, el 14 de marzo un panel de expertos debatirá la importancia de los juicios realizados en la posguerra a los nazis húngaros del partido de la Cruz Flechada y el 4 de abril se presentará un libro sobre Margit.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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