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Aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo agrícola de todo el mundo está formada por mujeres, según informaron organizaciones de las Naciones Unidas, al conmemorar el «día internacional de la mujer» de 2015.

Dirigentes de los tres organismos de la principal entidad multilateral mundial dedicados a la alimentación con sede en Roma se reunieron el 6 de marzo para recordar al mundo que las mujeres agricultoras desempeñan una función vital en el logro de la seguridad alimentaria y nutricional.

En el acto, las autoridades de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) compartieron sus experiencias sobre las intervenciones que habían llevado a cabo para empoderar a las mujeres rurales y, que al hacerlo, habían contribuido a la seguridad alimentaria y nutricional.

También pusieron de relieve que la promoción de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres pueden fortalecer considerablemente las inciativas para reducir la pobreza rural.

El acto de este año conmemoró el 20º aniversario de un acontecimiento histórico: la celebración en Beijing de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995 Beijing+20.

El presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze, destacó que a medida que los hombres de las zonas rurales migran a zonas urbanas o cambian a trabajos mejor remunerados, se produjo una “feminización de la agricultura”, de modo que en la actualidad aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo agrícola de todo el mundo está formada por mujeres.

“Las mujeres son el pilar de las comunidades rurales, ya que cultivan y elaboran los alimentos y se aseguran de que sus familias estén bien alimentadas y bien nutridas”, dijo Nwanze, quien destacó:

“Con demasiada frecuencia, son las mujeres rurales quienes llevan a cabo las labores más pesadas. Para mejorar la consideración social y económica de las mujeres, es necesario aumentar el reconocimiento del importante papel que desempeñan en la economía rural. Las mujeres rurales necesitan más oportunidades de participar, mejorar sus conocimientos especializados, obtener acceso a los activos e intervenir en la producción y la comercialización de productos agrícolas. Colaboremos para empoderar a las mujeres a fin de lograr la seguridad alimentaria y nutricional. Por ellas y por sus familias y sus comunidades”.

Ertharin Cousin, directora ejecutiva del PMA, señaló la importancia de la iniciativa “Compras para el progreso”, que conecta a los pequeños agricultores con los mercados y que en cinco años triplicó la participación de las mujeres en las organizaciones de agricultores que reciben apoyo de esa propuesta en 20 países.

“Utilizando su poder de mercado, el PMA ha influido de forma directa y positiva en la vida de 300 mil mujeres”, dijo Cousin, quien remarcó:

“Al comprar productos agrícolas que por tradición cultivan las mujeres, como los frijoles y la soja, el PMA ha demostrado la función crucial que desempeñan las mujeres rurales según colaboramos para lograr el objetivo del ‘hambre cero’ en el mundo. Sin dejar de reconocer los buenos resultados de este programa, tenemos que ampliar la escala de las enseñanzas extraídas para lograr que las mujeres tengan más oportunidades”.

Marcela Villarreal, directora de la Oficina de Asociaciones, Promoción Institucional y Desarrollo de la Capacidad de la FAO, puso de relieve que la seguridad alimentaria mejoraría considerablemente si las mujeres estuvieran empoderadas y tuvieran acceso a las mismas oportunidades que tienen los hombres, y alertó sobre la situación de las mujeres rurales en particular.

Villarreal, citada en un comunicado de prensa que me envió el FIDA (propietaria de las fotos de esta nota), agregó:

“Es cierto que se han logrado muchos avances en mejorar la vida de las mujeres desde que se celebró la conferencia de Beijing, pero nos preocupa que las mujeres rurales sigan quedándose atrás en todos los indicadores de desarrollo, por detrás de los hombres rurales y de las mujeres urbanas. En los 20 años transcurridos desde que se celebró esa conferencia, no hemos conseguido avances suficientes para este grupo de mujeres, cuya función como proveedoras de alimentos es tan importante, y debemos intensificar nuestros esfuerzos para que puedan hacer realidad todo su potencial”.

Las mujeres rurales suelen tener menos acceso que los hombres a los recursos y servicios productivos. Esta diferencia supone costos reales para la sociedad debido a las pérdidas que causa en la producción agrícola, la seguridad alimentaria y el crecimiento económico.

Una familia viaja a lo largo de los 2 km de carretera en Galgamuwa, Sri Lanka. La ruta fue construida con la ayuda del plan para pequeños agricultores del FIDA. Foto: G.M.B. Akash para el FIDA.

Una familia viaja a lo largo de los 2 km de carretera en Galgamuwa, Sri Lanka. La ruta fue construida con la ayuda del plan para pequeños agricultores del FIDA. Foto: G.M.B. Akash para el FIDA.

Los actos para conmemorar Beijing+20 son una oportunidad para que los organismos de las Naciones Unidas, la comunidad internacional y los gobiernos reflexionen sobre los progresos realizados, señalen las carencias que todavía existen y renueven sus compromisos con la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.

A pesar del acuerdo histórico entre 189 gobiernos que supuso la Plataforma de Acción de Beijing de 1995, todavía, según la FIDA, no se ha logrado la igualdad de género en ningún país del mundo.

La diferencia salarial entre hombres y mujeres no es más que un ejemplo de las desigualdades que afectan a las mujeres en todo el mundo.

En la foto del inicio de esta nota, Gladys Casafranca, presidenta de «Las Ovejitas«, un grupo de mujeres en Occepata, Chincheros, Perú. Como resultado del proyecto Marenass apoyado por el FIDA, Gladys tiene una cocina mejorada, compra y vende animales con su marido, y cultiva guisantes dulces. La foto es de Pablo Corral Vega para el FIDA.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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