Skip to main content

El 31 de enero, desde las 14.00, en el Parque Centenario, en el barrio porteño de Caballito, será el tiempo de la solidaridad con los trabajadores del Grupo 23 (G23), quienes desde diciembre están movilizados contra el vaciamiento de este «holding» y en reclamo del pago de diferentes deudas salariales.


Periodistas, reporteros gráficos, diseñadores, correctores, cronistas de radio, operadores y administrativos reclaman desde el último mes de 2015 los salarios y el medio aguinaldo adeudados.

En el parque habrá artistas y músicos, que se acercarán a aportar sus canciones y sus melodías para apoyar a los trabajadores en este
reclamo y repudio a los principales accionistas del G23, Sergio Szpolski y Matías Garfunkel.

El G23 está compuesto por el canal de noticias CN23; los diarios Tiempo Argentino y El Argentino; las revistas Siete Días, El Gráfico y Cielos Argentinos; y las radios Rock & Pop, Vorterix, Splendid y América.

Movilización-trabajadores-GSegún un informe conjunto de las fundaciones Poder Ciudadano y LED, a partir de datos de la Jefatura de Gabinete, el grupo fue el mayor beneficiario de pauta de propaganda oficial: entre julio de 2009 y junio de 2015 recibió casi 815 millones de pesos.

Pese a esta suma, la situación económica del G23 apremiante. Según fuentes sindicales, la empresa está en un proceso de vaciamiento de los medios.

Javier Schur, colega que trabaja en Tiempo Argentino, publicó el 15 de enero la siguiente nota en su perfil en la red social Facebook.

La comparto casi en su totalidad porque refleja lo que se vive desde el lado de los trabajadores en estos tiempos de conflicto laboral (afronté similares en 1995 en la agencia de noticias Interdiarios y entre 2002 y 2005 en la agencia de noticias Infosic):

«Es muy difícil estar (vivir) sin cobrar el sueldo.

Es angustiante. Te tira para abajo, te da bronca, por momentos incluso te da fuerzas para más, te hace creer que podés y vas a poder con todo, y en otros ratos no das más, sólo querés que esto se termine para seguir adelante con lo que venga. Lo que sea.

Es una cuestión económica, claro, pero es emocional. Algunos tienen la suerte de contar con ayuda familiar, o ahorros, o un laburo extra para bancar los momentos; incluso así, es emocionalmente demoledor.

Así estamos los trabajadores de Tiempo Argentino, donde laburo, y así están muchos de los empleados del Grupo 23. Algunos no cobramos
el último sueldo ni el aguinaldo, a otros les adeudan también noviembre, hay colaboradores que no cobran desde hace meses y compañeros del grupo que ya no tienen tareas: su medio dejó de salir.

Mientras peleamos -en la redacción, en la calle y en el ministerio de Trabajo- por regularizar la situación, hay otra pelea que nos excede, pero que también duele. Es la de la opinión pública. La de gente que cree que los empleados somos-pensamos-sentimos-creemos igual que los patrones. Que la línea editorial de un medio es la ideología de cada uno de sus trabajadores. Que los negocios de los dueños nos han hecho millonarios a todos. O que quisimos eso y no nos salió.

En estos días me (nos) han tratado de ladrones, corruptos, KaKa, chorros de lo público, delincuentes, hijos de putas. Cómplices. Nos lo merecemos. Nos lo buscamos. Lo sabíamos y elegimos.

(«Sólo soy un chico de pie frente a una patronal pidiéndole que le pague»)

Son muy, muy pocos los que tienen la suerte de elegir a sus patrones. Los que tienen tanta oferta o tanta plata que pueden darse el lujo de trabajar donde se les canta. ¿Todos miran los antecedentes de los dueños de los bancos antes de ser cajeros o de llevar cuentas? ¿Revisan los balances de los patrones antes de sentarse a cobrar en una caja de un supermercado? ¿Analizan pormenorizadamente quién fue el abogado que los contrató y formó en el primer estudio jurídico que les abrió las puertas? ¿Dejan de
jugar al fútbol si el dueño del club es un delincuente?

Somos trabajadores. Trabajamos. Nos gusta lo que hacemos. A mí me encanta lo que hago.

Y, además, pienso. Tengo una manera de pensar, de sentir, de creer, de ver las cosas. Tengo una mirada del país y de mí mismo. Que en ocasiones es o fue coincidente con la línea del diario y en otras ocasiones no lo es y no lo será.

¿Le preguntamos a quién vota a cada periodista de cada medio? ¿Hace falta? ¿O basta con que su trabajo lo haga profesionalmente y pueda separar la información de la opinión, la nota del diario del posteo en una red social? Tal vez sea otro debate, aunque yo tengo, como en todo, mi propia mirada.

Hace casi seis años dejé Olé, del Grupo Clarín, para pasar a esa aventura que era Tiempo Argentino. En un mes se cumplen esos seis años. Seis. Y no hay un día, uno solo, que me arrepienta del cambio, sin que eso implique un cuestionamiento a lo que hacía antes.

Trabajé en el Grupo Clarín. No me arrepiento ni me siento cómplice de los negocios de la empresa con cualquier dictadura o gobierno democrático. Trabajo en el Grupo 23. No me voy a arrepentir ni a hacerme cargo de los negociados ajenos.

Trabajo.

El orgullo que me genera trabajar en Tiempo excede por mucho, muchísimo, la línea editorial del diario. Me da orgullo trabajar con
los compañeros que tengo. Hay peronistas, hay votantes de la variada izquierda, hay progresistas K y progresistas anti K, hay radicales y votantes de Macri, y hay muchos que no tengo ni la más pálida idea de lo que piensan políticamente, ni si les interesa, ni si leen el diario más allá de las páginas de deportes, espectáculos o el suplemento de cocina. Pero sobre todo hay buenas personas, buenos laburantes, profesionales comprometidos con el periodismo y con los compañeros no sólo del diario sino de todas las redacciones.

(…) Algunos más, otros menos, pero estuvimos y estamos porque creemos en eso: los trabajadores de prensa no son las empresas. El periodista de Clarín no es Magnetto; el periodista de Tiempo no es Szpolski ni Garfunkel; el periodista de La Nación no es Mitre. Allá ellos quienes crean o quieran serlo.

Tenemos la suerte y -estoy seguro- la capacidad de trabajar en lo que nos gusta. Nos gusta esto, el periodismo, y lo hacemos donde podemos, donde nos dejan, donde nos contratan, donde nos pagan por hacerlo profesionalmente.

Queremos que nos paguen.

Porque trabajamos y queremos seguir trabajando.

Queremos que Tiempo siga estando en la calle como estos casi seis años.»

Publico esta nota como una humilde expresión solidaridad propia con la lucha de los trabajadores de G23, varios de ellos queridos y apreciados ex compañeros de trabajo míos en otros medios.


Introduce tu correo electrónico para suscribirte a Bahía César y recibir avisos de nuevas notas.

 

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

2 Comments

  • Norberto dice:

    Hola Cesar, en la nota de hoy, me parece que te pegaste un pifie, al final. “ex queridos compañeros o queridos ex compañeros? Perdón por la intromisión, pero me parece que la ubicación del “ex” le cambia el sentido a la frase. Solo un comentario, Abrazo, Norberto

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: