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Con motivo del día internacional de la mujer, que se conmemorará el 8 de marzo, realicé una encuesta entre periodistas mujeres de la Argentina y América latina, con el propósito de conocer y difundir la situación laboral que ellas viven y los desafíos que enfrentan en su trabajo cotidiano, en el contexto de sociedades donde se registran desigualdades de género.

Debajo, las respuestas que me compartió Lidia Fagale. Al final de la nota encontrarás una ficha personal de ella.

-En cuanto a situaciones de discriminación de género, ¿qué puedes decir acerca de lo que ocurre en el medio donde trabajas o en el medio al cual tu trabajo periodístico como “freelance”?

– Desde lo personal y lo general cabe señalar que el universo de mujeres que integramos los planteles en el ámbito del periodismo y la comunicación no escapamos al entramado cultural donde poder y patriarcado van de la mano. A pesar de esta afirmación inicial, no se puede dejar de reconocer que en los últimos años existe un avance legislativo, resultado de la lucha de grupos sociales, de derechos humanos, sindicales, de género, por la no discriminación de la mujer y que en el caso de los derechos de las mujeres periodistas por un trato igualitario en materia salarial y de condiciones de trabajo se registra más un reconocimiento desde “el discurso” que no termina de corregir ciertas prácticas discriminatorias. Esta realidad confirma, una y otra vez, que el proceso de cambio cultural es mucho más lento y complejo, que se llevan siglos naturalizando conductas discriminatorias hacia las mujeres en general. Del mismo modo, en el campo profesional de las trabajadoras periodistas, las relaciones de poder existen y no sólo desde las empresas periodísticas hacia el universo femenino, también es fácil observar como los trabajadores varones suelen incentivar –aunque no esté asumido explícitamente- un trato no igualitario hacia sus compañeras de trabajo. También cabe decir, que el machismo no es privativo de los varones, las mujeres periodistas también han naturalizado determinadas conductas, allanándole muchas veces el camino a un trato no igualitario, por ignorancia o porque sencillamente no le es visible en su autopercepción el lugar donde se la coloca.

Esta realidad que persiste, no minimiza las luchas dadas en el terreno de los derechos humanos en nuestro país y que han dejado un saldo organizativo y un mejor grado de conciencia. Y si bien, esta situación influye a favor, en muchas situaciones las compañeras que asumen responsabilidades profesionales o de carácter político-sindical, pueden ser blanco de presiones y objeto de calificativos más por su condición de mujeres que por sus convicciones o ideas.

En el entorno donde las mujeres periodistas desarrollamos nuestra actividad persisten factores culturales discriminatorios, más allá de que ese entorno sea calificado – en términos generales- como progresista. Todavía existen parámetros que en el caso de la mujer influyen cuando se tiene un cargo de responsabilidad tanto en el campo laboral-profesional como en el sindical, por ejemplo. El estereotipo de la belleza femenina, si sos gorda o flaca, alta o de baja estatura, morocha, negra o rubia y todos los etcéteras que quieras agregar son paradigmas característicos de las sociedades donde vivimos. Incluso hoy el paradigma “ser o no ser joven” tan impuesto por la sociedad de consumo, resulta tanto para el hombre como para la mujer otra pretendida barrera discriminatoria. Desde mi experiencia personal. “Lo político” parece ser una cuestión masculina. La impronta femenina en el ámbito laboral, político y sindical conlleva varios riesgos culturales que inducen a conductas discriminatorias. No pocas veces, cuando una mujer protagoniza un debate político-ideológico se lo intenta desmerecer cruzándole otras variables ajenas a la discusión dura y concreta. Esas variables pueden derivar en adjetivaciones que van desde su físico hasta la adjudicación de características donde la vehemencia y la convicción de sus ideas, pueden ser adjetivadas como conductas neuróticas.

Las mujeres cargamos en general con una doble jornada laboral, el trabajo en prensa y comunicación y la que se impone como amas de casa. Esto permite a las empresas contar con un plantel más flexible en las redacciones en condición de trabajadoras denominadas “colaboradoras” o free-lance. Si bien esta situación de precarización se extiende por supuesto a los varones, las propias mujeres aceptan por necesidad estas condiciones de mayor flexibilidad horaria, entregando su trabajo eventualmente o por encargo. Si bien, las mujeres hemos superado, en muchas ocasiones, a los hombres en materia de formación, no es fácil ver a compañeras de larga trayectoria a cargo de secciones o con responsabilidades mayores. Estudios que se han realizado a lo largo de los años en UTPBA demuestran que las compañeras suelen acceder a salarios flexibles, es decir, cobran por nota o bien, perciben salarios más bajos que los hombres.

Además, es más frecuente la movilidad profesional en los hombres periodistas que en las mujeres. La jerarquización profesional dentro del periodismo, incluye variables que no necesariamente están asociadas a la formación y capacitación del trabajador de prensa. En el caso de las mujeres periodistas, son pocas y menos frecuente el acceso a categorías con responsabilidades de mayor envergadura. Las áreas destinada s a Política o Economía suelen ser territorios de hombres.

En principio una aclaración general que vale para muchas situaciones laborales: En los trabajos donde se expresa y se actúa desde una cultura “progresista”, como, por ejemplo, el periodismo, la discriminación existe, pero es más sutil. Por un lado, la puesta en discurso de la no discriminación de género, libera o, mejor dicho, exime de alguna manera a los sujetos – sean hombres o mujeres- de un verdadero autoexamen cultural. Sí, hay discriminación cuando se observa la persistencia de un paternalismo “bueno” que aspira a proteger al que supuestamente es más “débil”, en este caso las mujeres. Los hombres periodistas siempre se ubican en el lugar del poder respecto a las mujeres periodistas, son los que deciden y opinan. Quizás sea caer en un lugar común, pero no es menos cierto que en los medios periodísticos en general, cualquiera sea el porte de este medio, grande, mediano o pequeño, los temas para las mujeres periodistas suelen estar vinculados a la salud, a la educación y a todo aquello que rodea el concepto conservador de familia. En otro orden, se puede afirmar que a las mujeres se les exigen unas características físicas por encima der las intelectuales, y esto ocurre frecuentemente en el medio televisivo. También existe el momento en el que las mujeres deciden ser madres y anteponen su vida personal a la profesional. No se dan facilidades de conciliación, cuando es una profesión en la que sí se pueden ofrecer este tipo de ventajas.

Con esta afirmación estoy diciendo que las mujeres solteras y sin hijos tienen mayores posibilidades de expansión profesional que las que tienen responsabilidades como jefas de familia o deben cumplir con obligaciones hogareñas. Años atrás era muy común que se valorara el incremento de la ocupación femenina en el campo laboral y en particular en el periodismo.

Sin embargo, esas estadísticas, ocultaban, que ese aumento de mano de obra femenina en los medios estaba más vinculado a la extensión de un escenario donde la precarización laboral era la principal protagonista. Y esta realidad persiste al día de hoy y con un elemento más, para nada menor. Dado que se ha comprobado que en los últimos 20 años las mujeres en general y, en particular las mujeres periodistas hemos accedido a niveles de capacitación y formación profesional mayor respecto a los varones periodistas. Así, lo han confirmado las estadísticas de ingreso y egreso de las carreras de Periodismo y Comunicación social donde las mujeres se han formado o aún lo hacen en un número muy superior a los varones.

Sin embargo, como ya señalé, esto no ha redundado en un incremento importante de mujeres en puestos de responsabilidad.ni a favor de mejores niveles salariales respecto a los hombres.

Ahora bien, este proceso cultural es tan complejo que sería simplista decir que sólo el machismo es ejercido por los varones. También son las mujeres las que refuerzan esas relaciones laborales cuyas dinámicas, no pocas veces, está motivada en una visión discriminatoria y machista del trabajo femenino y de su propio trabajo.

Claro está, en este contexto, consciente o inconscientemente, la selección de las fuentes también está atravesada por esta mirada patriarcal. Dicha situación, suma ya a las escasas variables que se utilizan en el periodismo diario o de investigación a la hora de seleccionar las fuentes. La precarización en la producción de contenidos de baja calidad informativa también está acotada por un tipo de valoración de las fuentes donde si el interlocutor es hombre puede resultar más “seria” o más creíble la información obtenida.

En los últimos años se ha puesto una mirada para tratar los contenidos periodísticos desde una perspectiva de género, existen, incluso manuales sobre el tema, pero esto tiene escasa visibilidad para los propios trabajadores de prensa. La UTPBA, Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, que presido, ha planteado en las últimas tres paritarias incluir la perspectiva de género para la discusión no sólo salarial sino de condiciones de trabajo.

Yo considero que no es posible reivindicar los derechos de la mujer sin asociarlos a un cambio estructural del sistema. Ese camino que falta recorrer está asociado a una batalla cultural mucho más amplia y diversa. Con esto inscribo la lucha de los derechos de la mujer en la lucha por una sociedad más justa y solidaria. Parafraseando y también modificando una afirmación de José Martí, no habrá mujeres verdaderamente libres sin una Patria realmente libre.

La Utpba, en la medida de sus posibilidades, da una batalla en un sentido integral. Siempre entendió que la lucha de los periodistas no es una lucha aislada, desborda las fronteras del gremio. Los problemas de los periodistas sean mujeres u hombres o estén en otra condición sexual, son problemas del conjunto de la sociedad. Luchar por una sociedad más justa y solidaria habla de una política integral que, entre otros aspectos, abarca los derechos de las mujeres.

Ese futuro está condicionado a un conjunto de luchas, donde esa evolución de las mujeres en quehacer profesional laboral, incluso sindical debe inscribirse inexorablemente en uno de los frentes a atender en el marco de una lucha más grande. No se trata entonces de un «problema de las mujeres» ni tampoco exclusivo del ámbito sindical-laboral. Se trata de una nueva concepción de organización de la sociedad, de las relaciones entre las clases y los sectores sociales, vinculado a la transformación de la sociedad toda. El tipo de sociedad en la que vivimos, donde se inscriben todo tipo de discriminaciones, denuncia al Capital como el productor y reproductor de la explotación del hombre por el hombre. Y esta batalla por la no discriminación de la mujer, como se deduce, no es la única, aunque es imprescindible.

Lidia Fagale

Actualmente Secretaria General de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. Colaboradora de la Revista de Investigación y Análisis Político Tesis 11 y de la Revista Punto Final de Chile.

Licenciada en Periodismo, egresada de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Y periodista, egresada del Circulo de la Prensa.

Miembro de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).

Experiencia como Secretaria de Redacción en el área de Noticias del ex Canal 11, hoy Telefe y como docente de Periodismo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora en las cátedras Televisión y Taller de Televisión. Docente invitada del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la Habana, Cuba. Premio Félix Elmuza, otorgado por la Unión de Periodistas de Cuba, UPEC. Organizadora del I Congreso de Periodismo y Comunicación Social organizado por UTPBA Y FELAP, con el auspicio de la Unesco en 1998.

Responsable del Observatorio de Medios de la Utpba y editora de los libros Conflicto Social y Medios, No hay Democracia Informativa sin Democracia Económica. Disertante en numerosas charlas, seminarios y cursos de formación organizados por la Federación Latinoamericana de Periodistas.

Puedes leer las respuestas de otras periodistas encuestadas haciendo clic aquí

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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