Existen más de 100 compañías de biotecnología en el Gran Buenos Aires y en los próximos cinco años, el sector crecerá entre un 15 y 25%.
El dato fue difundido por Endeavor Argentina, filial local de la organización mundial dedicada al emprendedorismo de alto impacto, que, junto con el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) y de la Fundación J.P. Morgan, realizó un mapa de las empresas dedicadas al desarrollo de productos farmacéuticos de origen biotecnológico.
La entidad presentó en marzo el informe “El crecimiento del emprendedorismo en biotecnología en Buenos Aires”, en las instalaciones del Grupo Insud.
La exposición estuvo a cargo de Endeavor Insight, división de investigación de Endeavor, según me informó esta organización en un comunicado.
Luego, se realizó un panel de discusión, en el que participaron Silvia Torres Carbonell, subsecretaria de Industrias Creativas del Gobierno porteño; Graciela Ciccia, directora de innovación y desarrollo tecnológico del Grupo Insud y de la Cámara Argentina de Biotecnología; y Martín Migoya, cofundador de la empresa informática Globant y miembro de la conducción de Endeavor Argentina.
Para comprender el desarrollo y evolución de la industria, Endeavor Insight llevó a cabo entrevistas con ejecutivos y emprendedores locales en 2015.
Entre 1980 y 1990 se observó un crecimiento de la industria. El sector estaba dominado por un pequeño número de países con mayor nivel de ingresos y capacidad de inversión en actividades de investigación y desarrollo (I+D).
En este contexto, la Argentina se fortaleció con la aparición de empresas que hoy emplean a más de 8 mil trabajadores calificados.
Según Migoya, hay un “ecosistema tecnológico” próspero y oportunidades que impulsan la creación de empresas de biotecnología en Buenos Aires.
La industria creció rápidamente por la existencia de un «sólido sector farmacéutico», según Endeavor, centrado en la producción con un alto nivel de mano de obra calificada.
La Argentina posee más de 6 mil investigadores y/o académicos, un número que implica, según Endeavor, una relación de científicos respecto de la población activa, superior a cualquiera de sus vecinos latinoamericanos.
Para Ciccia, todavía “la principal dificultad del sector es conseguir fondos de inversión”.
Según Torres Carbonell, “el Gobierno debe colaborar con una eficaz distribución de fondos; aportar su poder de influencia, de convocatoria y vinculación; y promover el desarrollo de las competencias y capacidades de los jóvenes”.