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En la primera semana de mayo, el Ministerio de Comunicaciones publicó la resolución 38/2016 que reglamenta el servicio de operador móvil virtual (OMV), que deroga el reglamento vigente, el cual tenía una redacción confusa y con ciertas condiciones que afectaban el desarrollo de este negocio.

La nueva reglamentación permitirá a empresas, con o sin infraestructura propia, dar servicios de comunicaciones, lo que inducirá a una mayor competencia en el mercado.

«Las nuevas autoridades prometen generar una competencia en el sector que permita ofrecer al usuario calidad, precio y servicios con la modalidad de operador móvil virtual y hace más de una década que las pymes, hijas de la liberalización de las telecomunicaciones, están esperando esta normativa para inversiones genuinas en infraestructura que permitirán elegir a los usuarios entre múltiples operadores móviles», enfatizó el titular de la Cámara Argentina de Telefonía IP (Catip), Franco Cecchini, ante la agencia estatal de noticias Télam.

Un operador móvil virtual es aquél que ofrece servicios sobre la red de otro, que en este caso son las empresas de telefonía móvil.

La figura del operador móvil virtual ya estaba contemplada en los decretos de apertura a la competencia, que datan del año 2000.

La actividad fue reglamentada en el año 2014 por la entonces Autoridad Federal de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC) .

La estimación de Cecchini es que esta modalidad «puede alcanzar en un breve lapso una participación de mercado de entre 10 y 15%» del total actual de usuarios de móviles.

Además de la iniciativa «Nuestro«, el OMV de la Federación de Cooperativas Telefónicas del Sur (Fecosur), otro grupo encabezado por las cooperativas de Santa Rosa (La Pampa); Telviso; Villa Gobernador Gálvez (Santa Fe) y Telpin tienen un modelo de negocios para ofrecer el servicio móvil a sus actuales asociados que consumen telefonía fija, Internet y televisión.

También los grandes operadores de televisión paga, como Cablevisión y Telecentro, pueden convertirse en los primeros en ofrecer «cuádruple play» (televisión, Internet, telefonía y ahora telefonía móvil).

Todos aquellos que se interesen en esta modalidad deberían invertir al menos en la plataforma tecnológica para dar el servicio, así como en equipos de datos y de conmutación (aquellos con los que se cursan las llamadas).

Uno de los incisos del reglamento aclara que los operadores de red (en este caso Movistar, Personal y Claro) deben asegurar a los «usuarios del servicio de comunicaciones móviles (SCM) prestado por el operador móvil virtual (OMV), un nivel de calidad de servicio equivalente al del servicio de comunicaciones móviles (SCM) prestado por el operador móvil de red (OMR) a sus usuarios».

Así, quienes se conviertan en OMV podrán dar la misma calidad del servicio que hoy las operadoras tradicionales ofrecen a sus clientes (voz, datos, Internet).

Movistar

Un vocero de Movistar me planteó, en relación a la medida, que llega en un «momento inoportuno».

«La calidad del servicio es objeto de críticas recurrentes – entre otros motivos – por la saturación del espectro 3G y porque si bien la migración a 4G se viene dando gradualmente, existe la necesidad de descomprimir lo más rápido posible las redes precedentes sobre las que corren los servicios de voz», señaló la fuente de la empresa del grupo Telefónica.

En un mercado «estresado por la capacidad limitada de las redes y el creciente consumo de datos», desde Movistar creen que «el ingreso de nuevos jugadores OMV sumará tráfico sobre un espectro finito e insuficiente, produciendo mayor congestión y deteriorando la calidad del servicio».

La fuente destacó que «llama la atención la premura en modificar un reglamento que ya existía, en un momento en el cual todavía está pendiente la liberación del 50% del espectro adjudicado y pagado hace un año».

Desde Movistar juzgaron que la medida establece «reglas de juego asimétricas», porque «esta resolución favorece una vez más a las grandes cableras como Cablevisión, Telecentro y Supercanal, que podrán ofrecer cuádruple play a sus propios abonados sin invertir en licencias y tendido de redes».

«Esta asimetría competitiva nace en el año 2000, cuando a partir del decreto 764, las empresas de televisión fueron habilitadas para dar servicios de telecomunicaciones, pero a las operadoras se les prohibía dar servicios de TV», recordó el vocero.

A esta situación se suma al DNU 267/15, que mantiene para los prestadores de TV por cable, por tres años más, «una exclusiva reserva de mercado en el negocio de la transmisión de datos, mientras interpone una veda de dos años -prorrogables a tres- para el ingreso de las ‘telcos’ al servicio de televisión», apuntó la fuente.

En cuanto a las inversiones anunciadas por Telefónica, la fuente advirtió que se analizará «el impacto que esta medida tendrá en el negocio: desde que la compañía adquirió espectro y anunció inversiones para el trienio 2016-2018, las reglas de juego han cambiado».

Análisis

El consultor Enrique Carrier analizó en su columna semanal que «el nuevo reglamento es más laxo, dejando gran parte del acuerdo entre OMR y OMV a las negociaciones entre ambos. Lo harán partiendo de una oferta de referencia que los operadores deberán hacer pública. La autoridad de aplicación sólo interviene en caso en que las partes no lleguen a un acuerdo».

Para este especialista, «la nueva versión corrige un punto fundamental del viejo reglamento, el cual impedía a los operadores con red fija ser OMV, ya que definía como OMV a un prestador que no contaba con espectro radioeléctrico ‘ni con infraestructura de red para otros servicios de comunicaciones distintos de los móviles’, aunque sí habilitaba a las cooperativas».

De este modo, «ni cableras ni otras empresas de telecomunicaciones podían ser OMV, lo que les valió a algunas el rechazo de la autoridad de aplicación al momento de solicitar su habilitación para el servicio. Era quizás una herencia del enfrentamiento del anterior gobierno con el Grupo Clarín, que impactaba también a varios otros actores de esta industria», dijo Carrier.

«El de OMV no es un negocio para cualquiera», advirtió el consultor. «Básicamente se necesitan dos cosas (no excluyentes entre sí): escalas para que un margen nominal bajo permita financiar un negocio y/o agregar valor que en alguna medida reduzca los costos».

Más allá del costo del servicio provisto por el OMR, el OMV tiene sus propios costos de comercialización, facturación, tarifación (en el caso de un OMV básico) a los que se pueden sumar aquellos con distintos niveles infraestructura.

Por la experiencia internacional, salvo excepciones, «generalmente todos los OMV juntos representan un 10% o menos del mercado medido en líneas. Y éstos nada pueden hacer para mejorar la cobertura ni la calidad técnica del servicio, aspectos que dependen directamente del OMR. Sí pueden aportar ofertas diferenciadas, creando sinergia con otros productos y servicios», afirmó Carrier.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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