Hoy cumplo 52 años de edad. En vez de apostar –nunca lo hice en mi vida– por ese número, prefiero leer el capítulo 52 del libro de los Salmos, en la Biblia.
Allí dice, en los versículos 8 y 9, según la Nueva Versión Internacional (NVI):
«…yo confío en el gran amor de Dios
eternamente y para siempre.
En todo tiempo te alabaré por tus obras;
en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles,
porque tu nombre es bueno».
Hago mías estas palabras, porque ese amor y esa obra que provienen de Dios me sostienen y me animan cada día a salir adelante y despegar, como hacen los aviones en la pista de la fotografía que encabeza esta nota y que tomé el 15 de julio en el aeropuerto de la ciudad dominicana de Punta Cana.
También comparto cada una de las palabras del siguiente poema del pastor Gerardo Oberman, que publicó el 20 de julio en su perfil en la red social Facebook bajo el título «Celebrando la amistad«:
Gracias a Dios por cada persona que,
en su momento,
fue llave que salva,
pan compartido,
sangre que se conmovió,
tierra generosa donde sembrar un sueño,
abrazo oportuno,
silencio respetuoso,
palabra cálida,
luz en la noche,
fuego y charla,
vino a la sombra de la vid,
compañero, compañera en las búsquedas,
una mirada que rompió hielos,
labio que no negó el beso,
mano que se tendió solidaria,
corazón palpitando a un mismo ritmo,
presencia fiel en la locura y en la cordura,
voz cantando una misma utopía
o gritando por las mismas justicias que nos faltan.
Dura hubiese sido la marcha sin ellos, sin ellas.
E imposible cualquier nuevo rumbo
sin la certeza de su cercanía.
La música es compañera inseparable en mi vida, y con ella concluyo esta nota, la única que publico hoy en este blog.
La siguiente balada se llama «Make peace«, escrita e interpretada por los estadounidenses Pat Metheny y Brad Mehldau.
Te invito a escucharla porque embellecerá tu vida, como lo hace con la mía.
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