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Hoy cumplo 30 años de trabajo ininterrumpido en el periodismo, un aniversario para recordar aquellos tiempos donde hice mis primeros pasos en este oficio.

El 17 de agosto de 1986 empecé a trabajar en la gerencia de noticias, el “informativo”, de Radio Splendid, en Buenos Aires.

En 1985 había trabajado como productor de un programa semanal de noticias culturales que conducía los sábados a la tarde Leonardo Bechini en Radio Belgrano, pero el ciclo duró apenas tres meses.

También trabajé durante un mes ese mismo año los sábados como cronista deportivo en el fútbol de ascenso en el programa que conducía Jorge “El Negro” Bullrich en Radio El Mundo.

Y entre noviembre de 1985 y enero de 1986 hice unas pasantías informales en la agencia de noticias Efe, en el edificio de la calle Guido, en el barrio porteño de Recoleta.

Aprendí mucho de periodismo en esa agencia gracias al fallecido Enrique Escande, en una redacción donde conocí a Alberto Arébalos, con quien hoy, tres décadas después, nos seguimos prodigando aprecio y respeto, salvo en el terreno futbolístico, donde mantenemos un cordial y folklórico intercambio de opiniones contrapuestas y subjetivas…

Pero todas esas experiencias laborales no tuvieron ni continuidad ni formalidad. Eran escarceos y bosquejos de una práctica profesional que procuraba conseguir mientras finalizaba mis estudios de comunicación social en la Universidad del Salvador.

Luego de un par de entrevistas conseguidas por mi tío homónimo César Dergarabedian, una de las personas que más influyó y bendijo mi vida, y un par de semanas después de cumplir 22 años de edad, comencé mi primer trabajo formal en periodismo en Radio Splendid ese 17 de agosto de 1986.

Entraba a las 8.00 al viejo edificio de Arenales 1925, entre Barrio Norte y Recoleta, donde también funcionó Radio Excelsior, y me quedaba hasta el mediodía, de lunes a viernes.

Desgrababa las entrevistas del programa que conducía entre las 7.00 y las 9.00 el gerente del noticiero, Norberto Salguero, y producía Andrés Zabala.

Luego de las desgrabaciones, redactaba, en una de las máquinas de escribir en la minúscula oficina del “informativo”, unas gacetillas con las declaraciones de los entrevistados.

La secretaría del noticiero las fotocopiaba y ensobraba y luego las enviaba con un cadete a los diarios y agencias de noticias. No había ni fax ni Internet.

Las máquinas de escribir eran Olivetti y sus teclados estaban durísimos por los diferentes tratos que recibían de múltiples manos.

Además, las cintas entintadas se gastaban rápido y había que golpear con violencia para exprimirles algo de tinta y que el texto en el papel fuera mínimamente legible.

De aquella época me quedó el hábito de asestar con mucha fuerza golpes en los teclados, algo absolutamente innecesario en una computadora…

Al día siguiente de enviar esas gacetillas, Norberto y Andrés se alegraban cuando leían en un diario declaraciones de un político citando a la radio y al programa, pero también se enojaban e insultaban cuando los medios omitían la mención de la fuente.

En octubre de 1986 pasé a la planta permanente del noticiero como redactor. Ingresaba a las 4.00, sí, a las cuatro de la madrugada, de lunes a viernes, para escribir los panoramas de noticias que se leían entre las 7.00 y las 9.00, y luego seguía con el trabajo de las desgrabaciones.

A las 6.00 oficiaba de despertador telefónico para Roberto Di Sandro, el decano de los periodistas acreditados en la Casa de Gobierno.

Luego de mi llamado telefónico para despertarlo, el “Tano” Di Sandro grababa la agenda de actividades del entonces presidente Raúl Alfonsín.

Yo derivaba el llamado telefónico al área de grabaciones, donde la voz del “Tano” se registraba en una cinta abierta.

Recuerdo con mucho cariño esos tiempos, porque recibí lecciones imperecederas de periodismo y de conducta laboral de Norberto y Andrés, y de Claudio Martínez, Horacio Etcheverry y Roberto Piacenza, y el aprecio y apoyo generoso de compañeros como Raúl Prais y Gustavo Dante, entre tantos otros compañeros de ese “informativo”, donde trabajé hasta octubre de 1992.

A todos ellos mi gratitud porque me ayudaron con generosidad a dar mis primeros pasos en este oficio, mi trabajo.

Nota de R.: tomé la fotografía en marzo de 2008 en la sala de prensa de la feria CeBIT en la ciudad alemana de Hannover. En ella aparecen mis herramientas de trabajo en esa cobertura.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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