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La relación de los gigantes tecnológicos del Silicon Valley californiano con el presidente estadounidense Donald Trump oscila, pasados los primeros 100 días de la gestión del magnate republicano, entre la batalla activa contra sus medidas que limitan la inmigración y el desarrollo científico, hacia la esperanza ante los anuncios del sucesor de Barack Obama para bajar los impuestos a las empresas.

Los vínculos entre Trump y estas compañías con negocios en todo el mundo, como los casos de Google, Apple, Facebook, Twitter, Uber y el resto de los fabricantes de dispositivos y aplicaciones que utilizas a diario están desde hace más de un año en tensión por las amenazas del magnate de sancionar a las empresas que no fabriquen en el territorio estadounidense y que no empleen mano de obra local.

Por ejemplo, Trump había amenazado en la campaña electoral a Amazon y apuntó a su fundador y director general ejecutivo, Jeff Bezos, quien posee el diario The Washington Post, por un posible «enorme problema antimonopolio».

Pero tres meses y medio después de la llegada del republicano a la Casa Blanca, Amazon no está lidiando con una caza de brujas.

Sin embargo, existe una inestable relación del Silicon Valley con la nueva administración que frenó la inmigración, propuso recortes dramáticos a la financiación gubernamental de la ciencia y trata de eliminar políticas como la neutralidad de la Red en favor de las empresas de telecomunicaciones.

El contraste con Obama es grande, porque el ex presidente tenía un inusualmente alto interés en tecnología, aunque Trump demostró tener apertura a tener una discusión con los gigantes del Silicon Valley, y aprender más sobre tecnología y lo que significa para la economía y lo que significa para los puestos de trabajo.

Sin duda las medidas de Trump que más afectan a las compañías tecnológicas son las órdenes ejecutivas que prohíben el ingreso a los inmigrantes de países con mayoría musulmana, que planteó un recurso legal respaldado por Apple, Facebook, Google y otras empresas en los escritos presentados ante la Justicia federal.

La posterior represión en el programa de inmigración de alto nivel, el sistema H-1B, que solicitan investigadores, científicos, matemáticos y programadores, también dejó incómodos a muchos jugadores en la industria de la tecnología.

Incluso, el Departamento de Justicia de Trump enfureció de manera similar a los ejecutivos del Silicon Valley, donde más del 30% de la mano de obra es extranjera, al eliminar las protecciones de la era Obama para los estudiantes transgéneros que usaban los baños de su elección.

La inmigración es especialmente relevante en dos aspectos: la llegada de talento a las universidades, como Berkeley y Stanford, y como mano de obra calificada en el mundo del software y el hardware.

Sin embargo, no todo es oposición. Apple, Microsoft, Google, Oracle y otras grandes empresas de tecnología que intentan revisar el código de impuestos de los Estados Unidos encontraron un presidente que está dispuesto a concederles algunos deseos.

El plan tributario del magnate incluye una exención impositiva única para empresas que traen miles de millones de dólares del extranjero.

Un vínculo clave puede pasar por Jared Kushner, yerno de Trump y su confidente más cercano, quien se comunicó en los últimos meses con el director general ejecutivo de Apple, Tim Cook, y el presidente ejecutivo de Alphabet, la matriz de Google, Eric Schmidt.

Estos y otros ejecutivos trabajan con Kushner en una nueva «Oficina de Innovación Americana«, un proyecto aún nebuloso que pretende modernizar al gobierno.

Aún así, algunos cargos de política tecnológica más destacados de la Casa Blanca siguen sin cubrirse.

Por ejemplo, todavía no hay ni un director de la Oficina de Política Científica y Tecnológica ni un director de Tecnología.

En la Comisión Federal de Comunicaciones, Trump seleccionó a un comisionado, Ajit Pai, pero no nombró a nadie para la FCC, la agencia de telecomunicaciones que busca desregular la industria y que sigue adelante con planes para eliminar las actuales reglas de neutralidad de la red.

Lo mismo sucede en la Comisión Federal de Comercio, la agencia de protección al consumidor en áreas como la privacidad en línea y la ley antimonopolio.

Tomé en forma directa el pulso de un gigante tecnológico sobre este tema en pleno Silicon Valley.

Se trata de Oracle, el segundo mayor fabricante mundial de software.

Esta empresa, cofundada por Larry Ellison, uno de los hombres más ricos del mundo, convocó en sus oficinas en la ciudad de Redwood a unos 25 periodistas de todo el mundo (yo fui el único por la Argentina), para que su plana mayor, encabezada por su director general ejecutivo, Mark Hurd, explicara sus planes.

Oracle es una compañía que amasó dinero en las décadas del `90 y del 2000 en forma agresiva, con ofertas de servicios para bases de datos y análisis de ventas con las principales corporaciones de los Estados Unidos.

Hurd anunció que, pese a la llegada de Trump y su defensa del proteccionismo, su compañía tiene intención de continuar sus planes de expansión en América latina.

«Me gusta México, es un gran país para nosotros y tenemos ahí una gran base de clientes. Veo un montón de innovación y ganas de seguir», aseguró Hurd en una conferencia de prensa, en abierta confrontación con Trump y sus posiciones descalificadoras al país azteca.

«Por eso hemos invertido fuertemente en América latina en centros de datos y aumentando la fuerza de ventas. Invertimos antes de tiempo en Colombia, en Chile, en Perú, la Argentina y seguimos invirtiendo en Brasil, a pesar de la crisis», dijo Hurd.

Los dichos de este director general ejecutivo de esta empresa desafían las amenazas de Trump a las empresas estadounidenses que dan prioridad a sus planes en el exterior.

Hurd reconoció que podría estar de acuerdo con el Presidente estadounidense en la necesidad de atraer a las empresas para que inviertan en su país, aunque lo consideró difícil debido a los altos impuestos que deben pagar las compañías. Más información en esta nota propia en iProfesional.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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