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A principios del siglo XX, el cigarrillo, como se lo conoce hoy, representaba apenas el 10% del negocio de los productos derivados del tabaco. A fines de ese mismo siglo, equivalía al 95%, según datos de una de las principales empresas tabacaleras globales.
¿Sucederá lo mismo durante este siglo XXI con el cigarrillo electrónico y otros dispositivos parecidos, en los cuales la tecnología es su gran impulsor, en especial entre los jóvenes?

La respuesta tiene altas chances de tener una respuesta positiva, según estimó David O’Reilly, director de investigación y desarrollo (I+D) y del grupo de científicos de British American Tobacco (BAT), quien proveyó esos datos.

O’Reilly explicó en una conferencia de prensa en la que participé, durante una visita que realicé en noviembre por este medio al centro de I+D de la compañía en la ciudad inglesa de Southampton, su visión sobre la evolución y el futuro del «e-cigarette» y otros soportes similares que ofrecen una experiencia con menos preocupaciones respecto a la salud (de acuerdo a algunos estudios científicos) que el cigarrillo tradicional.

«El siglo XX fue el de los cigarrillos y el siglo XXI será el de los productos de nueva generación. No creemos que el cigarrillo vaya a desaparecer, pero sí que será superado en ventas», apuntó O’Reilly.

El mercado al que apuntan BAT y otras empresas, como Philip Morris, es inmenso: unas tres cuartas partes de los fumadores en el mundo quiere dejar de fumar, por los riesgos mortales a la salud que genera la combustión del tabaco a más de 400°, aunque no quiere dejar su adicción a la nicotina, según dijo O’Reilly.

Unos 500 millones de dólares de la facturación global de BAT, que fue de unos 16.000 millones de dólares en 2016, provinieron de estos productos de nueva generación (NGP, sigla en inglés), la denominación que engloba a los equipos relacionados a lo que se entiende en forma masiva como la actividad de fumar, entre los que se encuentra el e-cigarrillo.

Los pronósticos compartidos por el director de I+D, quien encabeza un área de unas 1.500 personas dedicadas a la investigación y el desarrollo en la tabacalera son ambiciosos.

Para 2018 la meta es duplicar ese monto global de ventas (unos 1.000 millones de dólares) y llevarlo a 5.000 millones de dólares en 2022, y que en 2030 los NGP representen el 40 por ciento del total de la facturación.

Según me informó un vocero de BAT, el mercado de productos emergentes asciende a casi 13.000 millones de dólares en el mundo.

El 60% de este valor está generado por los cigarrillos electrónicos, mientras que el 40% se factura a través de la venta de dispositivos y recargas de tabaco calentado.

Se trata de un negocio muy concentrado en pocos países. La gran mayoría de las ventas de tabaco calentado se registran en Japón, mientras que el mercado de los cigarrillos electrónicos se concentra en cuatro países: los Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Italia.

La Organización Mundial de la Salud calcula que en 2025 habrá más de 1.000 millones de fumadores en el mundo.

BAT destinó unos 1.500 millones de dólares a productos emergentes. Desarrolla en paralelo productos emergentes de ambos tipos con la idea de que serán los clientes los que elijan una opción u otra y posiblemente ninguna acabe triunfando en todos los mercados debido, entre otras cosas, a la diferente regulación que tienen el tabaco calentado y el cigarrillo electrónico en los países del mundo.

El investigador, a cargo de la innovación en la compañía, señaló que BAT tiene presencia en el negocio del e-cigarrillo hoy en 11 países y los planes para 2018 elevan esa cifra a 40 países.

Existen dos tipos de cigarrillos electrónicos: los abiertos, que pueden ser rellenados con líquidos de diferente origen que se vaporizan, y los cerrados, con rellenos provistos por las empresas en el marco de un sistema propietario.

La diferencia entre el tabaco calentado y un cigarrillo es una cuestión de temperaturas. Si en el producto tradicional el tabaco arde por encima de los 800 grados, los dispositivos de tabaco calentado funcionan a 300 grados o menos.

La mayoría de las empresas del sector aseguran que la ausencia de combustión hace que estos productos tengan el potencial de generar menos sustancias tóxicas, lo que no significa que sean inocuos ya que contienen tabaco y nicotina. En cambio, los cigarrillos electrónicos no contienen tabaco y pueden tener o no nicotina.

Existen diferencias en la forma de tratar a estos productos según cada país. Por ejemplo, Japón permite el tabaco calentado y prohíbe el cigarrillo electrónico, mientras que otros países como el Reino Unido lo potencian como alternativa menos perjudicial al cigarrillo.

Para O’Reilly, «la tecnología impulsa la innovación» en el nuevo negocio tabacalero, en especial por los componentes y materiales que provee al e-cigarette y las baterías de litio, que amplían la duración y la potencia de la experiencia del «vapeo».

Pronosticó que los formatos cerrados van a prevalecer sobre los abiertos, y aclaró que no cree que vaya a desaparecer el cigarrillo tradicional, aunque afirmó que se va hacia un futuro dónde los NGP serán la mayoría.

«Ningún producto relacionado con el tabaco en la historia desapareció», recordó, en referencia a la pipa, el habano y otros soportes.

Lo consulté sobre la evolución del factor de forma de los NGP: me estimó que aumentará en el corto plazo de acuerdo a las necesidades y deseos de los consumidores.

La siguiente es una lista de videos propios sobre el tema:

Puedes leer más sobre este tema en esta nota que publiqué en iProfesional.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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