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El 15 de marzo se llevó a cabo la primera colación de grado de mujeres de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) en Buenos Aires.

La propuesta, que tuvo como objetivo visibilizar a las mujeres que estudian y se gradúan en alguna de las nueve especialidades de ingeniería que se dictan en la UTN Buenos Aires, se constituye como una de las políticas de difusión tendientes a promover el ingreso de un mayor número de mujeres a la facultad.

Según me informó la institución educativa en un comunicado, el encuentro, que contó con la presencia de las autoridades de la facultad, comenzó con un discurso de la graduada y emprendedora tecnológica, María Laura Orfanó, quien brindó a las flamantes profesionales un discurso motivador.

“Mostremos con el ejemplo un camino de libertad y apertura de ideas; de equidad, de demostrar que nadie es mejor que nadie, pero sí que podemos hacer las cosas de una forma diferente. Que podemos ser ingenieras y madres; líderes y esposas; científicas y jefas, y trabajar a la par de cualquier profesional otorgando quizás por naturaleza un mayor desarrollo de nuestras habilidades blandas innatas, esas que potencian los grupos y acercan a las personas pero no las confrontan. Que así como somos jefas de hogar, podemos ser jefas sin pasar por encima de nadie, solo porque nuestra capacidad nos lo permite”.

Orfanó insistió con la idea de desarrollar la carrera profesional en la Argentina:

“Hace poco tuve la posibilidad de viajar a Silicon Valley. Leí los mismos carteles de búsquedas laborales que pueden encontrar en cualquier bolsa de trabajo aquí en nuestro país, y encontré los mismos productos que desarrollamos aquí. Me hizo pensar que como profesional no tenemos absolutamente nada que envidiarles. Al volver ratifiqué mi decisión de quedarme en el país para ayudarlo a crecer. Argentina necesita ingenieros y aquí nos quedaremos”.

Orfanó concluyó:

“Pasen a ser ingenieras de su propia profesión, y de nuestra sociedad. Sean mejores ingenieras: hagan la diferencia. Todos esperan mucho de nosotras. Estoy convencida de que todas las que estamos aquí seremos grandes líderes y daremos que hablar al mundo”.

Susana Santana, directora del Departamento de Ingeniería Química, recordó que hoy en la facultad el 20 por ciento del alumnado está conformado por mujeres, “el doble que hace 10 años, y muchísimo más que hace 40, cuando yo ingresé”.

“Es evidente que nuestra presencia en la ingeniería no tiene vuelta atrás. Y esto me lleva a pensar: ¿cuál es la razón para tanto asombro? Las mujeres ya hemos demostrado que no hay campo disciplinar en el que no podamos desarrollarnos”, sostuvo.

“Nunca olviden que estas generaciones que hoy ingresan a carreras de ingeniería lo hacen como reflejo de ustedes; y ustedes, como nuestro reflejo. Disfruten de este logro”, concluyó.

En los últimos 10 años se ha incrementado en un 38 por ciento la cantidad de mujeres que estudia alguna especialidad de ingeniería en la UTN: pasó de 8.623 estudiantes mujeres en 2007 a 11.975 en 2016.

Las cifras, provenientes de la Dirección de Estadística de la universidad, revelan que, pese al incremento, las mujeres aún representan un porcentaje muy menor del estudiantado: pasaron de ser el 13,8 por ciento en 2007, a ser el 15,6 por ciento en 2016.

De acuerdo a estos datos, algunas carreras que se han considerado “tradicionalmente masculinas”, empezaron a mostrar mayor participación de mujeres.

Por ejemplo, el porcentaje de estudiantes mujeres creció en las ingenierías aeronáutica, civil, eléctrica, electromecánica, electrónica, industrial, mecánica, naval, química y textil; y decreció en ferroviaria, automotriz, metalúrgica, pesquera y sistemas de información.

La carrera en la que más creció el porcentaje de estudiantes mujeres fue ingeniería textil, que pasó de un 51,5 por ciento en 2007 a un 80,8 por ciento en 2016.

Le siguen ingeniería naval (pasó de 6,7 por ciento en 2007 al 17,2 por ciento), ingeniería civil (de 17,6 por ciento en 2007 a 25,2 por ciento en 2016) e ingeniería industrial (del 17 al 25,4 por ciento).

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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