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Desde 1998 disfruto junto a mi familia casi todos los años de una semana de vacaciones entre octubre y noviembre en Bahía Manzano Resort, un centro de alojamiento turístico bajo la modalidad de tiempo compartido que se encuentra en una de las bahías más protegidas del lago Nahuel Huapi, en la provincia de Neuquén, a unos 7 kilómetros de la ciudad de Villa La Angostura, en la Patagonia andina argentina.

Como te conté en esta nota, tenemos una rutina: una vez que ingresamos a nuestro departamento, desempacamos el equipaje, abordamos un colectivo que nos lleva al centro comercial de Villa La Angostura.

Allí almorzamos y luego compramos en el supermercado La Anónima parte de lo que consumiremos en la semana de vacaciones.

Una vez de regreso al departamento, nos disponemos al ocio y el goce del paisaje desde el balcón, hasta las 17.00, cuando salimos a dar nuestro primer paseo a pie por la península Manzano, para entrenar el cuerpo para la meta final: la caminata ida y vuelta por la península de Quetrihué, de casi 30 kilómetros de extensión.

La península Manzano se caracteriza por la gran variedad de paisajes que ofrece, en especial en sus costas y playas en las bahías Manzano y Mansa, ambas en el lago Nahuel Huapi.

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Con una cámara Canon EOS 1300D salimos el 2 de noviembre de 2019, en una tarde despejada, fresca y algo ventosa a recorrer la zona. Puedes ampliar las fotografías haciendo clic sobre ellas.

Salimos por la calle Aljaba y tomamos la calle Los Fresnos, en dirección a la bahía Mansa, flanqueados por bosques de fríos pinos Oregon.

Sí, el automóvil es un Renault 12. Hay automóviles de casi 50 años en las calles de Villa La Angostura y sus alrededores.

Doblamos en la calle Los Radales hasta una de las dos playas públicas que tiene la península sobre la bahía Mansa, donde una pareja pescaba truchas.

Desde la playa, conocida como La Escondida, se tienen amplias vistas de la península de Quetrihué y de la cordillera de los Andes.

Un perro amenizó la tarde con sus andanzas juguetonas.

También disfrutamos de las aves de la zona que sobrevolaban el lago.

Desde esta playa se observan la punta de la península de Quetrihué, donde está el famoso bosque de arrayanes, la isla Victoria y los cerros López y Catedral, cerca de la ciudad de San Carlos de Bariloche.

En la playa hay un puesto de guardavidas, que funciona durante el verano.

Seguimos la caminata por la calle Los Nogales, que con sus cuestas y bajadas es muy atractiva para la fotografía.

Llegamos a playa Rincón, más pequeña que La Escondida, y con vistas muy amplias.

Un muelle privado vecino a esta playa, con una bandera argentina, le da un toque especial al paisaje, que tiene de fondo a la península de Quetrihué.

Hay mucha vegetación en flor, como las retamas, además de leña.

En el lago hay actividad naútica, con lanchas y veleros.

Desde esta playa se alcanzan a observar dos islotes vecinos a la zona de Muelle de Piedra, y que tienen de fondo a la isla Victoria y el cerro Catedral.

Retomamos por Los Nogales, doblamos en la calle Los Cerezos para acortar camino en el regreso al departamento, y empezamos a bordear la bahía Manzano por la calle Los Pinos. La luz del atardecer coloreaba increíble al agua tranquila de la bahía.

En la península hay muchas viviendas privadas y de alojamientos turísticos, algunas de ellas de buen estilo, como esta Mamá Gansa.

Cerca del atardecer algunas lanchas regresan al puerto Manzano, vecino al resort.

Desde la calle Los Pinos se observan las marinas que se encuentran entre la bahía y la ruta nacional 40.

Esta calle es similar a Los Nogales, aunque con cuestas y bajadas más pronunciadas.

En el fondo de la bahía Manzano se encuentra un muelle público, que ofrece hermosas vistas de la zona.

También hay simpáticas aves de la zona.

Ya de regreso al resort, aproveché las últimas luces de sol pleno en la bahía para tomar estas fotos finales de una hermosa tarde.

En rigor, las últimas fueron las de estas flores en el resort.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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