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La pandemia del coronavirus y el confinamiento social para ralentizar su propagación arrasan desde marzo en Buenos Aires con la actividad gastronómica, escenario de muchos momentos de buena vida de miles de personas, entre ellas este servidor.

Al cierre de El Trapiche, el querido y tradicional bodegón del barrio porteño de Palermo, se sumó otro más entrañable aún para mí: Pippo, el restaurante que fue un clásico de la gastronomía porteña.

Fundado en 1937, estaba ubicado en Montevideo 341, a pocos metros de la avenida Corrientes.

Pippo y sus pastas abundantes

Mis padres me llevaron desde niño a disfrutar sus famosos vermicellis al tuco y pesto, acompañados con Bidú Cola, una gaseosa con una botella de diseño singular.

Luegos disfruté esa pasión por las pastas (podía comer dos platos enteros seguidos…) en la adolescencia y la juventud, luego de ver películas o recitales con amigos.

También fui con mi esposa y mis hijas algunas veces a este lugar, donde además de las pastas, había una buena propuesta de carnes vacunas a la parrilla.

El restaurante era sencillo, con tubos de luz azul, manteles de papel, vino en pingüino y platos desbordantes.

Muchas veces debíamos con mi familia esperar parados afuera o dentro del local a que quedara una mesa libre. Una vez sentados, disfrutábamos del ambiente informal del lugar.

Pippo creció y extendió su local a la calle Paraná, cuya operación se dividió de la empresa matriz y no fue afectada por este cierre, aunque carece de la magia del lugar de Montevideo.

Testimonios de clientes

Me enteré de esta triste noticia gracias a una nota de mi querida compañera y colega Graciela Moreno, sobre quien te conté en este artículo.

Compartí la nota de Graciela en el diario BAE Negocios, que puedes leer aquí, en mis perfiles en redes sociales.

https://www.youtube.com/watch?v=_qxlsn63Hu0

Sucedió algo que refleja muy bien el impacto de esta pérdida. Mi publicación en la red social LinkedIn aquí de la nota de Graciela tenía al momento de publicar este artículo más de 110 recomendaciones, más de 40 comentarios y casi 30.000 visualizaciones.

Comparto a continuación algunos de esos comentarios en mi publicación en LinkedIn:

Siento que me robaron parte de mi vida. Lo comentamos con muchos amigos que solíamos frecuentar las mesas de manteles de papel. Creo que el GCBA debería proteger estos íconos que hacen la historia de nuestra querida Buenos Aires. Una gran tristeza.

Gabriel Suárez

Soy otro afectado por la noticia, en la década del 70 era un placer comer sus ravioles en sus manteles de papel.

Jorge Alberto Montes

Yo también iba con mis padres y trabajo (hasta antes de la cuarentena) a unas cuadras. Puedo asegurarte que el restaurante ya venía golpeado, no fue solamente por la pandemia. ¡Comparto tu pena!

Myrna Borello

Cuantas noches largas y terminar en Pippo con un pesto y tuco y a dormir.

Juan José Dell’Acqua

Sabes Cesar a mí me pasa lo mismo, mi papá me llevaba a comer tallarines con salsa y estofado.

Gustavo Puzzolo

Uff ayer lo comentábamos con los ex NCR. Un clásico en aquellas noches largas donde había que “compilar” algún software de cajeros automáticos u otro software que llevaba 8 hs y se hacía después de hora. Obvio tuco y pesto no fallaba. Junto con el Gato Negro dos pérdidas históricas en la zona.

Julio César Fuoco

Lamentable, y muchas veces no nos damos cuentas de las pequeñas cosas que vamos perdiendo con el pasar del tiempo, sobre todo en lugares donde vamos dejando lindos recuerdos.

Fabián Descalzo

Recuerdos de Pippo en video

A continuación, algunos videos acerca de Pippo, con testimonios de clientes:

https://www.youtube.com/watch?v=I33RB0m8e0o
https://www.youtube.com/watch?v=xPsOPxugyy0
https://www.youtube.com/watch?v=YC2ZJCQOR14

Las fotografías que ilustran esta nota fueron tomadas de la página de Pippo en Facebook.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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