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En algunas partes del mundo, la pandemia del coronavirus aceleró la ola de sindicalización en los medios digitales pero también entre periodistas «freelancers», quienes se empiezan a identificar como trabajadores y no como empresarios autónomos.

Así, en algunos países los freelancers se ven cada vez más beneficiados por los convenios colectivos para defender sus derechos y precios justos por su trabajo.

Los sindicatos afiliados a la Federación Internacional de Periodistas (FIP) tienen un papel fundamental en la organización de periodistas freelancers y apoyándoles durante la pandemia.

De despidos masivos a cierres de medios, de la precariedad a desiertos informativos, los periodistas de todo el mundo sufren las consecuencias de una pandemia que tiene graves repercusiones en toda la profesión.

En este contexto extremadamente volátil, los periodistas freelancers se encuentran en la posición todavía más vulnerable: perdiendo su trabajo, viendo cómo sus ingresos se desploman, cancelando sus proyectos informativos en el extranjero y con poca o ninguna protección social o baja laboral remunerada en caso de contagio.

Además, los freelancers suelen tener más dificultades para organizarse y aumentar su capacidad de negociación.

El sector de los medios está caracterizado por un alto -y creciente- índice de trabajadores autónomos que tienen poca experiencia en negociación colectiva y a los que los sindicatos les cuesta localizar y reclutar. Pero esta tendencia, según la FIP, está cambiando.

Desde el comienzo de la pandemia, la organización sindical emergió como la mejor herramienta para los freelancers para lidiar con la crisis económica desatada en los medios.

Uno de los principales problemas de los freelancers ha sido el acceso a las ayudas públicas.

En el Reino Unido, la campaña #ForgottenFreelancess del National Union of Journalists (NUJ) fue clave para garantizar los derechos de cerca de los tres millones de freelancers excluidos del plan de ayudas del Gobierno británico a aquellos afectados por la pandemia.

Una situación similar se dio en Australia, donde el Media, Entertainment & Arts Alliance (MEAA) convenció a las autoridades para ampliar el plan de ayudas económicas a los periodistas freelancers, al igual que ocurrió en Francia con los periodistas autónomos (SNJ, SNJ-CGT, CFDT-periodistas).

En Alemania, una encuesta realizada por el DJV reveló la urgente necesidad de ayudas para los trabajadores de los medios autónomos mientras que en España, todos los afiliados de la FIP presionaron a las autoridades para que los freelancers se beneficiaran de los planes de ayuda y consiguió que los fotoperiodistas pudieran hacer su trabajo en los campos de fútbol.

Mientras los gobiernos ignoraban las necesidades de los periodistas autónomos, muchos de ellos no sabían cómo solicitar ayudas sociales o al desempleo incluso cuando tenían derecho a las mismas.

Este problema fue atajado por sindicatos, como el National Writers Union (NWU) en los EEUU, que organizó seminarios en línea para informar a periodistas freelancers sobre sus derechos y ayudarles a solicitar las ayudas públicas que les correspondían.

Otros sindicatos fueron incluso más lejos y se movilizaron para garantizar que aquellos más vulnerables obtuvieran ayuda.

El AJP de Bélgica negoció con los gobiernos regionales la creación de su propio fondo y brindó apoyo a 275 periodistas por un valor total cercano a los 300.000 euros.

Lucha colectiva por unos precios justos para los periodistas freelancers

En momentos de crisis, es fundamental que los sindicatos conciencien a los freelancers sus derechos de acceso a programas de protección social y a las prestaciones por desempleo para que nadie se quede atrás.

Pero también es crucial luchar por unas tarifas justas para aquellos que siguen trabajando.

Con la pandemia, los medios de comunicación de todo el mundo adoptaron políticas de reducción de costes y han bajado las tarifas de los periodistas autónomos a niveles inaceptables.

El Proyecto de Solidaridad con los Autónomos del NWU es un esfuerzo de organización sindical para negociar con los medios para que se comprometan públicamente a mantener ciertos niveles de pago y a presionar por los derechos de los autónomos.

Este es el caso del medio online Defector, con el que el NWU llegó a un acuerdo sobre condiciones y principios para sus trabajadores freelancers. El acuerdo fue celebrado por la FIP.

Proporcionar protección sanitaria y psicológica

Aparte de la crisis económica y social, los periodistas autónomos también fueron los más vulnerables a la Covid-19.

La mayoría de los freelancers no tenían un empleador que les proporcionara un seguro de trabajo y equipos de protección ante el coronavirus, y tuvieron que informar en primera línea sin protección.

Si se contagiaban, muy pocos disfrutaron del derecho a una baja laboral remunerada, mientras que para los pocos que conseguían viajar al extranjero era casi imposible encontrar un seguro de viaje que cubriera sus gastos médicos en caso de infección.

La Asociación Nacional de Periodistas (ANP) de Perú, donde hasta el 70% de los periodistas locales son autónomos, abordó esta cuestión y proporcionó kits de protección a sus afiliados freelancers que informaban en primera línea.

La ANP también ha puesto en marcha un programa de apoyo emocional para los periodistas que también necesitan ayuda psicológica.

Sobre la situación de los freelancers, mal llamados «colaboradores» en la Argentina, en Buenos Aires, te recomiendo la lectura de este informe sindical.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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