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A partir de este 1 de mayo de 2011 y hasta el 9 del mismo mes, este sitio web entra en «modo vacaciones» y estaré bajo ayuno digital.

Al momento de publicarse esta nota, Dios mediante, estaré embarcado en un avión que me llevará de Buenos Aires, donde resido, al aeropuerto de la ciudad rionegrina de San Carlos de Bariloche.

Allí abordaré un vehículo que me llevará a la ciudad neuquina de Villa La Angostura, donde disfrutaré de mis vacaciones en ese maravillos rincón de la Patagonia andina, donde voy casi todos los años desde 1998.

En este tiempo de descanso aplicaré un ayuno de redes sociales, correo electrónico, llamadas telefónicas y mensajería instantánea, similar al que realicé en noviembre de 2019, y acerca del cual te conté en esta nota, y al que hice en febrero, como te conté en esta nota.

Mantendré la meta de desconectarme de las redes sociales y el correo electrónico, y no realizar ni llamadas telefónicas ni enviar o leer mensajes instantáneos con fines laborales.

Viajaré con cuatro teléfonos móviles; dos de ellos con líneas activas con diferentes operadores, y otros dos que probaré por mi trabajo periodístico.

No se trata de un ayuno completo de teléfonos móviles o tabletas, porque, como explicaré más adelante, recurriré a esos equipos con fines creativos o turísticos.

Resoluciones de un ayuno digital

Para alcanzar la meta, adoptaré las siguientes resoluciones:

  • Habilitaré la herramienta de no molestar y/o no interrumpir en los teléfonos móviles desde la salida del aeropuerto de Barilloche hasta mi regreso al Aeroparque porteño. De esa manera, sólo estaré disponible para llamados de mi familia, a quienes ingresé en la lista de exceptuados.
  • Como te expliqué en esta nota, tengo deshabilitadas la aparición de notificaciones de cualquier tipo de aplicación o servicio o correo electrónico o redes sociales en las pantallas de los teléfonos móviles.
  • Configuraré el modo automático de descarga por Wi-Fi de las actualizaciones de aplicaciones.
  • No me conectaré a Internet usando una PC en mis lugares de hospedaje, o en un locutorio o en un “ciber”.
  • Desde que saldré de mi casa y hasta el 10 de mayo, cuando me reintegraré al trabajo, no leeré el correo electrónico, salvo para chequear en una casilla abierta para tal fin si hice un consumo con tarjeta de crédito y ver la notificación correspondiente a esa operación, y alguna notificación de la aerolínea por la cual viajaré.
  • En ese mismo lapso, tampoco atenderé llamadas vía operador móvil o WhatsApp, salvo las que me realicen mi familia.
  • Tampoco ingresaré a leer y responder y enviar mensajes instantáneos en WhatsApp, Telegram, el chat de Instagram, y Messenger de Facebook, ni voy a interactuar en redes sociales.
  • Desde el 1 de mayo y hasta el 9 de este mes inclusive está habilitada una respuesta automática en mis casillas de correo electrónico.
  • Mis ventas en Mercado Libre estarán suspendidas hasta el 10 de mayo inclusive.
  • No leeré diarios en ningún tipo de soporte físico o digital, tampoco escucharé radio o miraré televisión por vía tradicional o por Internet.
  • Si en un restaurante o confitería hay un televisor encendido en una señal de noticias, me pondré de espaldas a él.

Por supuesto, abandonaré el ayuno en el caso de una emergencia personal, parental o en la zona donde estaré, como por ejemplo la erupción de un volcán, como sucedió con el Puyehue el 4 de junio de 2012.

«Permitidos» de un ayuno digital

No será un ayuno digital «in extremis», porque lo flexibilizaré con los siguientes «permitidos»:

  • Durante las vacaciones no me desprenderé por completo de los teléfonos móviles, porque en ellos realizaré mis lecturas diarias de la Biblia, tomaré fotos y videos, consultaré los mapas de la zona que descargué antes de viajar, y tomaré algunas notas referidas a los paseos.
  • También recurriré a los teléfonos cuando deba usar un sistema de pagos con código QR para realizar una transacción, y necesite chequear las coberturas de los servicios de telefonía en zonas apartadas.
  • Llevaré un lector electrónico Kindle para la lectura de libros, desconectado de Internet.
  • Escucharé algo de música y miraré algunos videos en YouTube de «trekking» en el Karakorum pakistaní y alrededor del macizo nepalí del Annapurna, anhelos que espero concretar alguna vez.
  • Me conectaré por Wi-Fi en el lugar de hospedaje después que el sol se haya ocultado, para actualizar el sistema operativo y el software de seguridad y realizar además una copia de seguridad de las fotografías y videos que tome durante el día con los teléfonos y sincronizar las métricas registradas por el reloj “inteligente” FitBit Versa.
  • Aprovecharé ese tiempo de conexión nocturna para consultar el pronóstico meteorológico en AccuWeather. Al día siguiente publicaré en Instagram una selección de fotos del día anterior, hecha por Google Fotos.
  • El día anterior al regreso a Buenos Aires haré el chequeo previo del vuelo en alguno de los teléfonos.
  • Las únicas redes sociales que utilizaré en forma restringida serán Instagram y Facebook. La primera de ellas será la plataforma para contar durante el día algunas crónicas del viaje. Para ello usaré las historias («stories») de Instagram, que se replican en las historias de Facebook. Quizás haga una transmisión en vivo por Instagram.
  • Recurriré a Facebook sólo para consultar los cumpleaños que haya en el día y saludar a los amigos y conocidos «cumpleañeros».

Las publicaciones que leerás en este sitio web y en mis perfiles en redes sociales entre el 1 y el 10 de mayo están programadas. Algunas de ellas las programaré desde Villa La Angostura, como prueba del formato de historias que ofrece WordPress.com, la plataforma de este sitio web.

La Agenda TIC de este sitio web se actualizará recién el 10 de mayo.

Beneficios de la desconexión digital

¿Por qué repito esta experiencia del ayuno digital? La respuesta es sencilla: por los beneficios que tuve en años anteriores y sobre los cuales te conté en esta nota.

Te los resumo así: Cabeza despejada, mente más enfocada, espíritu relajado, mayor resistencia física.

Con esta práctica busco elevar la calidad de mi tiempo de descanso. Al desconectarme en esos días de vacaciones en 2019 aumenté notablemente mis niveles de concentración y enfoque en las tareas recreativas y de ocio, sin dispersarme con pulsiones por publicar en redes sociales u otros espacios, como este sitio web.

Uno de los neurotransmisores del cerebro es la dopamina, que domina el centro del placer, porque regula la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas. La dopamina explica parte de la adicción que producen las redes sociales.

En este ayuno, la dopamina aumenta pero no por un “me gusta” en redes sociales, con un efecto de satisfacción instantánea, sino cuando fotografío un paisaje o el detalle de una vegetación de la zona o el vuelo de un ave sobre un río o el mar, o cuando me detengo en las caminatas a gozar del silencio de sonidos humanos, a excepción de mi respiración, en medio de la costa.

Al desconectarme regularizo mi ritmo del sueño y duermo profundamente.

Al suspender durante estos días los estímulos virtuales que provocan la activación de la dopamina, relajo a mi cerebro, y agudizo mis sentidos al entorno humano y natural y disfruto estos días de vacaciones de forma más intensa.

A mi regreso a Buenos Aires te contaré cómo me fue. Mientras tanto, podrás leer a diario en este sitio web la frase del día, y una foto y, como ya mencioné, notas programadas sobre tecnología y temas afines.

PD: El «Capítulo 2» del título de esta nota se refiere a que ya hubo un capítulo, como te conté en esta nota, porque espero repetir la experiencia del ayuno en otras vacaciones que me tomaré más adelante este año.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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