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Investigadores de la Universidad Austral y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) firmaron un acuerdo con la empresa estatal jujeña Cannava, para comenzar estudios preclínicos sobre el uso de cannabis en dolores asociados al cáncer. Es el primer ensayo de este tipo que se realiza con aceite producido en la Argentina.

El 30 de junio comenzó a debatirse en el Senado el proyecto de ley para regular el desarrollo de la industria del cannabis medicinal. La iniciativa, presentada por el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, va en línea con los avances que se lograron en los últimos años, a paso lento pero firme, para tener un marco legal más sólido que permita un mayor acceso al cultivo, tanto para los usuarios medicinales, como para los grupos de investigación que buscan aportar evidencia científica sobre sus efectos terapéuticos.

Uno de los avances más recientes se dio en noviembre, cuando se aprobó la nueva reglamentación para la Ley 27.350, sobre uso medicinal de cannabis. Esta reglamentación fue muy reclamada por organizaciones sociales y del ámbito científico porque la ley, sancionada en 2017, presenta varias limitaciones en lo que respecta al acceso al cultivo.

Entre las novedades, se autorizó el autocultivo de cannabis con fines medicinales, se amplió su utilización más allá de la epilepsia refractaria y sentó las bases para el proyecto que se discute hoy al fomentar “la producción pública de cannabis en todas sus variedades y su eventual industrialización para uso medicinal, terapéutico y de investigación”.

Si bien todavía existen dificultades para avanzar en estudios sobre cannabis, cada avance legislativo allana un poco más el camino hacia la obtención de evidencia científica sobre sus efectos medicinales.

En este marco, investigadores del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT), perteneciente a la Universidad Austral y al Conicet, firmaron un acuerdo con la empresa estatal Cannava, de la provincia de Jujuy, para realizar estudios preclínicos sobre la utilización de cannabis en el tratamiento del dolor neuropático asociado al cáncer.

“Es el primer ensayo en dolor crónico que se hace con aceite de cannabis producido en el país”, dijo a la agencia TSS la doctora en ciencias biomédicas María Florencia Coronel, investigadora del Conicet en el IIMT y directora del proyecto.

“Desde la sociedad, hay mucha expectativa puesta en el uso de cannabis para tratar distintas patologías, pero, desde la ciencia, aún faltan evidencias. Por eso decidimos encarar esta investigación, porque creemos que los cannabinoides, al actuar sobre el sistema endocannabinoide, que desempeña un rol fundamental en disminuir la señal de dolor del organismo, tienen una gran potencialidad”.
María Florencia Coronel

El Laboratorio de Dolor en Cáncer, que dirige Coronel, realiza investigaciones en dolor neuropático asociado a fármacos quimioterápicos desde hace más de dos décadas. Sin embargo, el proyecto para el estudio de cannabis es reciente.

Comenzaron a diseñarlo hace dos años y, luego de un largo camino burocrático y muchas reuniones con Cannava, firmaron el acuerdo para comenzar con los ensayos en agosto. La empresa jujeña se encargará de proveer los aceites y el trabajo experimental se realizará en el laboratorio del IIMT, situado en el partido de Pilar, en el noroeste del Gran Buenos Aires.

“Actualmente, es bastante limitada la disponibilidad de analgésicos que existen para este tipo de dolor. Los analgésicos comunes no sirven y los que se usan son drogas que fueron creadas para otras cosas. Para el dolor neuropático asociado a la quimioterapia el único que está aprobado es la duloxetina, que es un antidepresivo. También hay pacientes que se tratan con otros, como la pregabalina, que es un antiepiléptico. Pero la efectividad suele ser baja y pueden presentar efectos adversos, de ahí la importancia de buscar nuevas alternativas”, indica Coronel.

A raíz de la falta de medicamentos efectivos para tratar el dolor, muchas personas que deben someterse a quimioterapia también acuden a formulaciones derivadas del cannabis, con diversos resultados. Por eso, el objetivo del proyecto es evaluar distintas combinaciones de los cannabinoides, para analizar cuáles son las formulaciones, dosis y vías de administración con las que se obtiene mejor efectividad.

Los principales cannabinoides que se pueden extraer de la planta y a los cuales se les han atribuido un efecto en la reducción del dolor son el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC).

“Si bien hay más evidencia a favor del THC, también se sabe que es el compuesto que produce acciones psicoactivas. A su vez, se ha postulado que el CBD contribuye a disminuir los efectos psicoactivos y a favorecer otras acciones del THC. La idea es probar con ambos para tratar de encontrar qué combinación tiene mayor efecto analgésico y menores efectos adversos”, señala la investigadora.

La falta de evidencia científica sobre uso de cannabis para tratamiento del dolor se da a nivel mundial. Por eso, cada logro en materia legislativa resulta clave para poder avanzar con los ensayos experimentales.

El trabajo de la Red Argentina de Cannabis Medicinal (Racme) del Conicet, coordinada por la neurocientífica Silvia Kochen, ha sido fundamental para impulsar los debates legislativos que buscan correr cada vez más las barreras burocráticas con las que se topan los científicos para poder investigar.

“El trabajo de la Racme, sobre todo de quienes están en la coordinación, es invaluable, porque más allá de que haya voluntad política, se necesitan expertos que sepan del tema y aporten evidencias. Se ha avanzado un montón en los últimos años, pero todavía falta. Aun siendo de un organismo de investigación científica, como el Conicet, todo lo que es regulatorio nos cuesta un montón porque recién se están armando los protocolos”, dijo Coronel, que también integra la Racme. Por lo pronto, ya están poniendo a punto el laboratorio a la espera de que lleguen los primeros preparados de aceite de cannabis en agosto para comenzar con los ensayos.

Nadia Luna

Agencia TSS.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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