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Al menos 180 periodistas de todo el mundo fueron espiados con el programa informático Pegasus, un software de espionaje desarrollado por la empresa israelí de cibervigilancia NSO y vendida a varios clientes, entre ellos Estados de todo el mundo. Así lo reveló Forbidden Stories, una investigación periodística colaborativa de alcance mundial.

La Federación Internacional de Periodistas (FIP) rechazó de manera frontal todos los intentos de interferir en las comunicaciones privadas de los periodistas, a quienes invitó a extremar la vigilancia para proteger sus datos, y pidió a los gobiernos que consagren en su legislación nacional la inviolabilidad de las comunicaciones de los periodistas.

Entre las personas que han sido espiadas se encuentran defensores de los derechos humanos, opositores políticos, abogados, diplomáticos y jefes de Estado, según ha revelado el proyecto periodístico Forbidden Stories.

La lista de los 180 periodistas espiados incluye a reporteros de medios de comunicación internacionales y a periodistas autónomos que fueron blanco de regímenes que querían saber cuáles era sus fuentes de información, además de socavar su trabajo y, en algunos casos, detener e impedir la publicación de sus reportajes.

Las revelaciones sobre el uso del software Pegasus de la NSO para espiar a periodistas muestran la profunda vulnerabilidad de la libertad de prensa y cómo se está violando en forma grave el derecho del público a estar informado.

Tim Dawson, presidente del grupo de expertos de la FIP en materia de vigilancia, señaló que Pegasus se utiliza como un algoritmo para “socavar la democracia”. Señaló que los “contactos confidenciales son base fundamental del mejor periodismo, el que denuncia el despilfarro, la incompetencia y la corrupción”.

La privacidad de las comunicaciones de los periodistas ya sea por correo electrónico, mensajería móvil o teléfono, “debe ser sagrada”, dijo Dawson.

“Permitir que los tiranos, los déspotas y los enemigos de la libertad tengan acceso a herramientas como Pegasus es el equivalente en el siglo XXI a destrozar imprentas y asaltar cadenas de televisión», afirmó.

En un comunicado que me envió la FIP, su secretario general, Anthony Bellanger, felicitó el trabajo de más de 80 periodistas de todo el mundo «que han podido arrojar luz sobre los intentos irregulares de interferir en las comunicaciones privadas de los periodistas».

«El deber de los reporteros de proteger sus fuentes es la base del periodismo del que dependen las sociedades libres”, dijo Bellanger. “Que esta filtración sea posible pone de manifiesto los peligros inherentes a un programa tan potente”, señaló. “Sin una regulación sólida, es inevitable que déspotas y censores accedan a nuestra información más íntima», afirmó.

La FIP advirtió los siguientes tres puntos:

  • Los periodistas deben esforzarse para salvaguardar sus propios datos. Esto debe incluir el uso de varios teléfonos, incluidos los «burner» que son menos susceptibles de ser hackeados por Pegasus, así como la adopción de «técnicas comerciales» para garantizar que sus teléfonos no tienen el potencial de traicionar todos sus movimientos y proporcionar un asiento de primera fila para sus reuniones más sensibles.
  • Los gobiernos deben garantizar en la legislación nacional la inviolabilidad de las comunicaciones de los periodistas, tanto en abstracto como en el marco de leyes y reglamentos específicos, como los relativos a la vigilancia nacional. «Hay que resistirse a cualquier brecha en estas protecciones», advirtió la federación.
  • La comunidad internacional debe construir un sistema que permita la inspección y regulación de todas las organizaciones que suministran productos que tienen la capacidad de socavar estas libertades esenciales y críticas para la democracia.

La FIP es la mayor organización mundial de periodistas. Fundada en 1926, representa hoy a unos 600.000 periodistas organizados en más de 187 sindicatos y asociaciones en más de 146 países.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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