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En la Argentina hay casi 10 millones de personas que experimentan inseguridad alimentaria y algo más de 4 millones que directamente manifiestan pasar hambre. Un 40% de los niños y casi el 70% de los adultos tienen sobrepeso, de acuerdo con datos de las Naciones Unidas.

Una de las causas es una dieta de baja calidad: excesos de panificados, harinas y cereales pobres en fibra (hidratos de carbono de baja calidad) y de azúcares (en especial en bebidas e infusiones como mate), pero también por déficits severos en verduras, frutas, legumbres y lácteos.

Este patrón es generalizado en toda la sociedad pero más grave en personas en situación de pobreza. Allí la oferta de alimentos de menor calidad supera con amplitud a los más saludables.

Frente a este escenario, la asociación civil Solidagro, que trabaja desde sus orígenes en proyectos vinculados a la alimentación de las poblaciones más vulnerables de la Argentina, presentó un programa, llamado ProteinPlus.

Según me informaron desde Solidagro en un comunicado, el plan tiene como objetivo mejorar la calidad nutricional de la oferta alimentaria en comedores comunitarios gracias a la prevención de pérdidas en cosechas de vegetales y legumbres.

De acuerdo con un informe de medio término del programa, gracias al sistema de reducción de pérdidas de frutas y vegetales se consiguen volúmenes para consumo social.

“El Programa de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) incluye en sus papers que existe impacto ambiental al reducir la pérdida de alimentos. Siguiendo este argumento, nosotros creemos que se debería encontrar un modelo teórico económico que justifique y otorgue los presupuestos para llevar a la práctica la reducción del hambre mediante la reducción de pérdidas de alimentos. Desde Solidagro consideramos que es necesario un cambio de paradigma y de modelo. Debería incorporarse necesariamente, al colectivo que sufre las consecuencias del hambre (o malnutrición severa) a un nuevo modelo de economía ambiental. Y medirlo en la práctica”
Rodolfo Frers, ingeniero agrónomo y presidente de Solidagro.

A fines de julio, el programa registró los siguientes números globales:

  • 3.160.900 kg de alimentos.
  • 36 instituciones.
  • 1.800 comedores.
  • 305.120 personas.

Los resultados de esta intervención se dieron gracias al trabajo en red, coordinado con organizaciones sociales de base, municipalidades, comedores y merenderos comunitarios y barriales.

Se creó una aplicación para teléfonos móviles. A través de ella, el comedor puede acceder a las recetas y recomendaciones alimentarias. La acción de evaluación, control y monitoreo nutricional se realizó a través de la intervención del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) durante seis meses, de enero a junio de 2021.

ProteinPlus de Solidagro genera un nuevo canal para el productor y el agroexportador. El trabajo se inicia en la prevención de pérdidas de cosecha cuando la fruta y la verdura está en sazón y preparada para el consumo.

“Los términos ‘hambre’ y ‘pérdida de alimentos’ no se han vinculado en las soluciones y experiencias prácticas implementadas. A través de ProteinPlus estamos proponiendo un modelo que, saliendo del status quo del mercado actual, integre la variable ‘consumidor con hambre y sin dinero'».
Sergio Britos, nutricionista y miembro del Consejo de Solidagro.

A través de ProteinPlus de Solidagro se llega a comedores comunitarios, para que puedan contar con proteína de legumbres (soja, garbanzo, arveja), hortalizas y frutas de primera calidad.

“Esperamos que los resultados del programa ProteinPlus Fase II puedan ser un aporte significativo para el diseño e implementación de políticas públicas que desarrolle el Estado, en cualquier nivel (local, provincial, nacional)”
Cecilia Theulé, gestora ambiental y directora ejecutiva de Solidagro.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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