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Como se señaló en la presentación de esta serie de aportes, se profundizarán aspectos que buscan facilitar la comprensión del mundo de los emprendimientos sociales, como manera de sumar a resolver el problema de la pobreza en la Argentina, al cual consideramos el tema crítico, que sirve para evaluar cualquier gestión pública.

El primer punto, que es clave, es la evaluación de la factibilidad de un emprendimiento social, que no es igual a la evaluación de un emprendimiento capitalista estándar.

Un empresario utiliza como parámetro de referencia para decidir sobre la bondad de su proyecto la tasa de ganancia, expresada habitualmente como Tasa Interna de Retorno (TIR), extendida a lo largo de la vida útil proyectada.

Ese número se compara con la renta pasiva del capital, sea en el sistema financiero o en títulos públicos, y en caso de superarla, se considera positivo ese juicio inicial.

Criterios para la evaluación de emprendimientos sociales

Para un emprendimiento social hay más de un aspecto para tener en cuenta.

  • ¿Cuál será el resultado para la comunidad?: no hay forma de reducir esto a un sólo número, ya que puede tratarse de un saneamiento o una protección ambiental; una facilitación en la disponibilidad energética o de conectividad digital; un cauce para la ocupación con trabajo digno de un colectivo postergado o excluido.
  • ¿Cuál es la capacidad de ejecución esperable de los emprendedores potenciales y el marco de su fortalecimiento necesario?: esta no es una pregunta que se formule a un empresario tradicional, porque en definitiva es él quien arriesga su capital, pero aquí es muy probable que se requiera asistencia financiera ab initio y por un tiempo.
  • ¿Cuál es la sustentabilidad económica previsible?: se trata de una unidad que operará en el mercado, comprando y vendiendo bienes y servicios. Debe ser capaz de generar ingresos suficientes para pagar salarios dignos a quienes trabajen y reproducir el capital operativo con recursos propios. La diferencia con una empresa tradicional será que la rentabilidad pasiva del capital no será una referencia para decidir la implementación.

Emprendimientos sociales y sus vínculos necesarios

Los anotados son los tres criterios centrales para la evaluación del proyecto. Luego, hay elementos dinámicos a considerar para definir el apoyo permanente al emprendimiento, que tienen que ver con el vínculo que establecerá con otras actividades productivas y con la comunidad.

Una lista no exhaustivo es el siguiente:

Ninguna actividad se desarrolla de manera aislada. Hasta los servicios personales, como un plomero o el cuidado de una persona enferma, implican más que una simple y única relación oferta/demanda.

Hay que difundir la tarea a realizar; generar confianza en los posibles demandantes; comprar y suministrar insumos; actualizar las técnicas de trabajo, que evolucionan permanentemente. Todas tareas que pueden llevarse a cabo con variada eficiencia, que tienen efecto sobre el resultado final.

Ni qué decir de actividades más complejas, que son eslabones de cadenas de valor densas, como la recuperación y reciclado de residuos urbanos o industriales. Cuando se interviene en estas tareas se corre el riesgo de generar trabajo en condiciones de dependencia técnica y, sobre todo económica, de otro eslabón dominante que pone condiciones de retribución de la tarea aceptables sólo cuando no hay alternativa más que la absoluta indigencia.

La promoción de emprendimientos sociales no tiene sentido en caso de que se den estas relaciones, que en definitiva son versiones perversas del capitalismo más salvaje.

El camino no es rechazar estos proyectos sino encuadrarlos en relaciones de trabajo más adecuadas, donde un eslabón de la cadena no se apropie del valor generado por otra.

Los temas sociales para encarar con estos emprendimientos tienen escala variable según cual sea el tamaño de cada comunidad, pero se repiten en toda la geografía nacional, en muchos casos en condiciones exactamente iguales unos a otros.

La generación de energía fotovoltaica; la bioenergía, a partir de residuos orgánicos, en pequeña escala; las redes de conectividad digital comunitarias; los grupos locales de producción de alimentos, con alianzas de productores y consumidores; el aprovechamiento integral de la lana en escala local; son parte de las actividades que una vez bien evaluadas, se convierten en módulos que pueden diseminarse con relativa facilidad, para mejorar el entorno de vida de muchas localidades.

En definitiva, a diferencia de la evaluación de proyectos tradicionales, que se basa en manuales de 100 y más años de antigüedad, que han sufrido leves modificaciones operativas y ninguna de concepto, la evaluación de emprendimientos sociales está en camino de definirse, apoyada en criterios sociales y políticos como los recién expuestos, más que en fórmulas de economía financiera.

Para enfatizar la necesidad de dedicar horas a esta asignatura semi pendiente; a refinar y precisar los instrumentos; cualquiera de nosotros podría detenerse en un paisaje urbano o rural y mirar alrededor, pasando a enumerar trabajos permanentes, que podrían corregir deficiencias de nuestra estructura productiva o social o podrían aprovechar recursos ignorados, invisibilizados por una economía que prioriza la actividad más rentable en términos individuales y descarta buena parte de lo colateral.

Instituto para la Producción Popular

21 de enero de 2022.


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