Hay lugares que se vuelven parte del verano argentino y Mar del Plata es uno de ellos. Desde hace generaciones, esta ciudad combina el espíritu clásico de los balnearios de antaño con la energía de un destino que se renueva cada temporada. Con más de 40 kilómetros de costa, la “Perla del Atlántico” ofrece playas para cada tipo de viajero: desde quienes buscan descansar en familia hasta quienes van detrás de las olas, la música o el silencio frente al mar.
Llegar hasta allí también forma parte del encanto. Muchos viajeros prefieren dejar el auto en casa y aprovechar los *pasajes a Mar del Plata* en micro, una alternativa cómoda y directa que permite disfrutar del paisaje costero sin preocuparse por el tráfico ni el estacionamiento. Ya sea por autopista o ruta, el viaje suele marcar el inicio de unas vacaciones esperadas, con ese aire salado que empieza a sentirse incluso antes de ver el mar.
Playas céntricas para quienes buscan comodidad
El corazón de Mar del Plata late en sus playas más clásicas, aquellas donde la ciudad y el mar se funden en una misma postal. Bristol y Las Toscas son sinónimos de historia, de veranos interminables y de la imagen icónica del Casino frente al Atlántico. Son amplias, de arena dorada, y se accede caminando desde cualquier punto del microcentro. Cafés, bares, heladerías y puestos de churros completan el paisaje urbano que rodea la costa, donde siempre hay movimiento y energía.
Entre todas, Bristol es la más emblemática. Es la playa donde generaciones enteras aprendieron a nadar, jugar al tejo o simplemente mirar el mar. Su concurrencia es alta, especialmente en enero, pero sigue siendo una elección práctica para quienes se alojan en la zona céntrica y prefieren no depender del auto. Su ubicación frente a la rambla la vuelve perfecta para pasar unas horas al sol y luego continuar el paseo por la ciudad sin necesidad de planear demasiado.
A pocos metros, Las Toscas ofrece una alternativa más tranquila sin perder cercanía. Allí el ambiente es más familiar, con espacios amplios para armar la sombrilla y un entorno cuidado que conserva cierto encanto de otra época. Es habitual ver grupos que llegan temprano con reposeras, chicos jugando en la orilla y parejas que combinan playa con caminatas por la rambla.
Playas familiares y de descanso tranquilo
Un poco más al sur, el ritmo se vuelve más pausado. Playa Varese es una de las más elegidas por familias con niños pequeños. Su bahía cerrada forma una suerte de piscina natural con aguas más calmas y seguras, mientras que los paradores ofrecen sombra, sanitarios y opciones gastronómicas. Además, la vista hacia el Torreón del Monje y el puerto pesquero la vuelve una de las más fotogénicas.
Más lejos del centro, Punta Mogotes reúne una serie de balnearios organizados que se extienden a lo largo de varios kilómetros. Allí, los médanos y la amplitud invitan a quedarse todo el día. Hay sectores exclusivos con carpas y servicios premium, pero también espacios públicos donde extender la lona y disfrutar sin costo. Es una zona ideal para grupos grandes o familias que valoran la comodidad y la buena infraestructura.
Playa Grande, por su parte, logra un equilibrio entre ambos mundos: tiene buena oferta gastronómica y un entorno cuidado, pero sin perder ese espíritu más sofisticado que la distingue. Es común ver familias y parejas jóvenes que eligen este punto por su ambiente tranquilo durante el día y su vida nocturna activa al caer el sol.
Playas para jóvenes y amantes del surf
Mar del Plata también tiene su costado más activo, ese que combina deporte, música y mar en un mismo escenario. Las playas de Biología y Waikiki, ubicadas en la zona sur, son el punto de encuentro de surfistas y jóvenes que buscan un entorno relajado, con paradores informales y un clima sin rigideces. Biología, junto al faro, se destaca por la calidad de sus olas y por ofrecer duchas, alquiler de tablas y un parador con buena gastronomía. Waikiki, en cambio, mantiene un perfil más salvaje, con menos estructura pero una comunidad surfista fiel que valora su ambiente natural y su identidad simple.
Quienes se inician en el surf encuentran aquí el lugar perfecto para aprender. La ciudad cuenta con varias escuelas que brindan clases para todos los niveles, lo que permite disfrutar de este deporte sin experiencia previa. En verano, las competencias y los eventos al aire libre convierten esta parte del litoral en un espacio vibrante, donde la arena se mezcla con música, arte y la energía de quienes viven el mar como un estilo de vida. Es habitual ver tablas bajo el brazo, fogones al caer el sol y grupos que se quedan hasta tarde disfrutando de la brisa.
Playa Grande también se integra a esta atmósfera. Por la mañana es territorio de surfistas que aprovechan las primeras horas del día, y hacia la tarde se transforma en uno de los centros del after beach más conocidos del país.
Playas naturales y alejadas del centro
Para quienes prefieren el silencio al bullicio del centro, las playas del sur de Mar del Plata son una escapada dentro de la ciudad. A partir del barrio Alfar, el paisaje cambia: los médanos se elevan, los acantilados asoman y el sonido del mar se vuelve más profundo. Playa Serena es la primera parada de esta franja más tranquila. Su entorno residencial, la arena fina y las aguas un poco más agitadas crean un clima ideal para descansar sin perder comodidad. Hay balnearios con servicios básicos y sectores amplios donde aún se puede elegir un buen lugar sin apuros.
Más adelante aparece Luna Roja, una de las preferidas de quienes buscan contacto directo con la naturaleza. Su geografía es imponente: acantilados que se hunden en el mar, una vista panorámica y un parador con estilo rústico que mantiene el equilibrio justo entre servicios y ambiente relajado. El oleaje constante atrae a surfistas y amantes del mar abierto, mientras que sus tardes, con el sol cayendo sobre el horizonte, son escenario frecuente de caminatas o pequeñas reuniones entre amigos.
Unos kilómetros más al sur espera Chapadmalal, el secreto mejor guardado de la costa bonaerense. Allí el paisaje combina campo y mar, y la vida transcurre sin prisa. Los cafés artesanales, las posadas familiares y los paradores de estética surfer dibujan una identidad bohemia que enamora a quienes buscan desconexión. Muchos visitantes eligen quedarse varios días, atraídos por el ambiente amable y la posibilidad de ver el mar sin filas de sombrillas ni bocinas. Estas playas, alejadas del movimiento urbano, conservan algo que se está volviendo escaso: el espacio y el silencio.
Un verano para planificar con tiempo
El verano en la costa argentina siempre tiene algo de ritual. Reservar alojamiento, revisar el pronóstico y elegir la playa favorita son parte del inicio de la temporada. Hoy, planificar el viaje es mucho más simple: los horarios de micros están a un clic de distancia. Para evitar filas y llevar todo en el celular, descargá la APP iOS de Central de Pasajes y organizá tu escapada de manera práctica y rápida.
Mar del Plata sigue siendo ese destino que se adapta a todos. Una ciudad donde la nostalgia convive con lo nuevo, donde cada playa tiene su propio ritmo y cada viajero encuentra el suyo. Quizás por eso, cuando el verano termina, siempre queda la sensación de querer volver.









