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El día internacional de los trabajadores encuentra a los periodistas del diario porteño Tiempo Argentino a pocos días de un punto culminante de su lucha: el relanzamiento de su versión digital, algo que parecía casi un sueño cuando iniciaron el camino de la gestión cooperativa del medio en 2016.

La digna pelea que dieron y dan mis compañeros de este medio, de la cual doy cuenta en este blog en estas notas y en mis perfiles en redes sociales, representa un ejemplo para el resto de los trabajadores de prensa y de otras actividades, industrias y servicios.

La científica social Natalia Bauni, del Observatorio Social sobre Empresas Recuperadas y Autogestionadas (Osera), de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dijo al Centro Knight, una entidad con sede en los Estados Unidos, que el punto central de la recuperación de empresas por sus trabajadores es la conservación de los puestos de trabajo.

«Lejos de tener una característica revolucionaria o de ataque al sistema, tiene como centro importante el tema de que son todos trabajadores asalariados, la mayoría de edad avanzada, a quienes les resultaba prácticamente imposible insertarse en el mercado de trabajo», afirmó Bauni.

«La cooperativa fue solo un modo legal de defender el trabajo», dijo la científica social citando la Ley de Quiebras argentina, que prevé esta modalidad de recuperación de empresas fallidas.

El antropólogo social Andrés Ruggeri, director del Programa Facultad Abierta, recordó ante el Centro Knight que «la primera empresa recuperada del periodo macrista (fue) justamente un medio de comunicación que es el diario Tiempo Argentino».

El diario fue fundado en 2010 por el empresario Sergio Szpolski y era parte del Grupo 23 de medios, propiedad de Szpolski y Matias Garfunkel.

El grupo, que fue el que más fondos recibió de propaganda oficial del Gobierno nacional entre julio de 2009 y julio de 2015, durante la administración Fernández de Kirchner, estaba compuesto por nueve medios, entre periódicos, radios, sitios de noticias y un canal de televisión, según un informe del diario porteño Perfil.

Con el cambio de gobierno, a principios de diciembre de 2015 los trabajadores de Tiempo Argentino dejaron de recibir sus salarios, segíun dijo al Centro Knight Javier Borelli, periodista y presidente de la cooperativa Por Más Tiempo (segundo desde la izquierda en primera fila en la fotografía de apertura de esta nota).

«El diario se sostenía en buena parte por lo que el dueño del medio cobraba al gobierno anterior. Cuando el gobierno anterior se va, el dueño deja de pagar los sueldos y desaparece», recordó Borelli.

En febrero de 2016 el periódico dejó de ser impreso. Después de tres meses de trabajo sin recibir salario y de procurar sin resultado el contacto con Szpolski y Garfunkel y entender cuál sería el futuro de Tiempo Argentino, los alrededor de 100 periodistas decidieron organizarse y ocupar la redacción “mientras veíamos de qué manera tratar de salir adelante”, afirmó Borelli.

Una de las decisiones fue producir una edición especial impresa para ser vendida en la marcha en Buenos Aires por el día 24 de marzo, en reclamo de justicia por los desaparecidos por la última dictadura cívico-militar entre 1976 y 1983.

Los propios periodistas vendieron los ejemplares de la edición especial y preguntaron al público si había interés en continuar apoyando a Tiempo si el periódico fuera recuperado por sus trabajadores.

Los 30 mil ejemplares impresos fueron vendidos y la respuesta del público fue positiva.

“Decidimos entonces ocupar de definir el recaudado y repartirlo entre los que no cobrábamos hacia en este momento ya tres meses, y el resto guardarlo para hacer las primeras dos ediciones de un diario cooperativo”, contó Borelli.

La primera edición de Tiempo Argentino como cooperativa fue lanzada un mes después, en abril de 2016.

Tres meses después, mientras en la redacción había tres periodistas de la cooperativa que permanecían en el lugar, un grupo de unos 20 hombres invadió en la madrugada el edificio en el barrio porteño de Colegiales, que también albergaba a Radio América, integrante del Grupo 23.

Los invasores expulsaron a las personas que allí se encontraban y destruyeron equipos de trabajo de la redacción de Tiempo.

El empresario Mariano Martínez Rojas fue acusado de usurpación y daños por la destrucción del edificio.

Martínez Rojas afirmaba haber comprado Tiempo Argentino y Radio América.

Sin embargo, Tiempo reportó que el empresario “nunca pudo probar en sede judicial la titularidad del medio”.

El incidente fue condenado por varias organizaciones argentinas e internacionales, entre ellas la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que pidió al Estado argentino que investigara el caso.

Sin embargo, las investigaciones no avanzaron y la causa judicial relativa al ataque hasta hoy no ha sido juzgada, dijo Borelli.

Martínez Rojas fue detenido por autoridades estadounidenses en enero de 2018 en la ciudad de Miami, donde se encontraba prófugo de la Justicia argentina por acusaciones de extorsión, amenaza y lavado de dinero.

La redacción de Tiempo se trasladó entonces a otro edificio, en el barrio porteño de San Telmo, y allí hoy trabajan 100 personas, entre periodistas, diseñadores, fotógrafos y trabajadores de la administración del periódico.

«En algunos casos, solo se dedican a funciones que no tienen que ver con lo periodístico, y en algunos casos tienen una doble función. Siguen escribiendo para el diario, y a la vez hacen las relaciones comerciales, organizan el trabajo o distintas tareas administrativas», dijo Borelli.

El medio también dejó de ser impreso a diario y hoy sale en papel sólo los domingos. «Consideramos que tenemos un diario digital de lunes a sábado y una edición en papel los domingo», explicó el periodista.

Desde su conformación como cooperativa, Tiempo Argentino buscó fortalecer su relación con lectores, invitándolos a ayudar a sostener el periódico.

Según Borelli (tercero desde la izquierda en la fotografía superior, en la fiesta por el primer aniversario de la cooperativa), en los últimos dos años «despertó más fuerte en Argentina la lógica de que los lectores se sienten también responsables de financiar un medio de comunicación y entender que la producción periodística es un hecho caro, que vale la pena impartir para producir información que sea necesaria».

“Hoy los que hacemos Tiempo Argentino somos los trabajadores, no el dueño anterior, y nuestro medio no es un medio kirchnerista”, dijo Borelli.

“Ni pretendemos tampoco atar nuestro medio a ningún partido político, ni kirchnerista, ni de izquierda, ni de ningún tipo», explicó el periodista (en la foto superior, junto a Nora Cortiñas, presidenta de la línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, en la fiesta por el primer aniversario de la cooperativa).

Para el presidente de la cooperativa, la experiencia de Tiempo Argentino es muy interesante e innovadora, tanto para los periodistas y para el panorama mediático en la Argentina.

“De alguna manera, Tiempo logró probar que era posible hacer un medio cooperativo y sostenido por los lectores”, afirmó.

La experiencia de Tiempo «abre expectativas en un momento donde se están perdiendo muchos empleos y donde la información está limitada por lo que son los intereses de los dueños. Así como es un momento de crisis, también puede ser un momento muy interesante para explorar otras formas de hacer periodismo».

En esta nueva etapa de Tiempo, la intención es que «los valores del periodismo vuelvan a ser los de informar a la sociedad, armar una agenda en que esté central la necesidad de los derechos humanos, en la mirada de la población y no necesariamente de los intereses de los dueños de los medios».

El objetivo de los trabajadores de Tiempo Argentino para los próximos años es «armar un espacio de comunicaciones en América latina que privilegie el periodismo y los valores periodísticos por sobre el negocio», dijo Borelli.

La idea es promover un congreso en 2018 en Buenos Aires de periodismo autogestionado, que reúna experiencias de toda la región de medios administrados por periodistas.

«Creo que tener una red que esté vinculada a partir del periodismo y no de los intereses de sus dueños va a permitir otra mirada sobre lo que está pasando en la región», afirmó.

Según informó Borelli en esta nota, el modelo iniciado el 19 de abril de 2016 «funciona y estamos orgullosos, pero no alcanza para nuestros sueños».

¿Por qué? Desde que Tiempo volvió a la calle se acumuló un 75% de inflación.

La mayoría de los medios gráficos lo siguieron con aumentos semejantes en el precio de tapa.

«Pero nosotros absorbimos la mitad de ese incremento y mantuvimos igual la cuota para el socio. Apuntamos a que más personas elijan esa manera de contribuir con un proyecto autogestionado. Es un riesgo grande y una nueva apuesta por el periodismo que creemos», explicó el presidente de la cooperativa.

«El momento nos pone ante un gran desafío. Mientras los trabajadores sufren la flexibilización, se achican los espacios de periodismo libre. Los recursos concursables a los que podían acceder las cooperativas y otras organizaciones populares se reducen o se derivan para promover emprendimientos individuales antes que los de economía social y solidaria», advirtió.

En estos 24 meses gestionaron fondos productivos y los invirtieron en mejorar su oferta.

Compraron equipos audiovisuales y se embarcaron en un rediseño completo de la versión web, que en mayo será presentada.

«Si los trabajadores se informan cada vez más por la web, allí tenemos que estar también de la manera más clara y sencilla», afirmó Borelli.

Mis felicitaciones y respetos para mis compañeros y colegas de Tiempo Argentino, quienes con su trabajo demuestran que hay otro camino posible en el ámbito de los medios de comunicación.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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