Los teléfonos móviles se han convertido en un elemento central de nuestras vidas. Su rol se transforma a medida que incorporan funciones: ya no son solo útiles sino necesarios.
Los mensajes escritos y de audio sustituyen a las llamadas, y las aplicaciones ofrecen un abanico de posibilidades que van desde revisar la propia salud hasta ayudarnos a elegir qué ruta tomar.
Los celulares cambian nuestra vida, pero aún queda mucho por saber respecto de cómo lo hacen.
En particular en el plano de las relaciones entre padres e hijos, la pregunta acerca del modo en que los adultos se distraen con sus teléfonos abre nuevas preguntas: ¿cuáles son los motivos por los cuáles una madre usa el celular cuando está con su hijo? ¿Cómo responde su hijo a esta situación? ¿De qué manera la relación entre ambos se ve afectada?
Cory Kildare y Wendy Middlemiss, dos científicas estadounidenses, se hicieron estas mismas preguntas, revisaron más de 25 estudios en el área y hallaron resultados interesantes: la posibilidad de estar permanentemente conectados sumado a la presión social que muchos adultos sentimos por responder rápidamente los mensajes y llamadas lleva a una mayor dependencia y uso.
Algunos padres y madres intentan trabajar desde casa para compartir más tiempo con sus hijos, pero luego su atención permanece centrada en el celular.
En el afán de responder, grabamos mensajes urgentes de audio mientras manejamos: esto no solo pone a los niños que llevamos en peligro, sino que también modela prácticas de manejo inseguras.
Tal escenario provoca en padres y madres preocupación de no estar por entero presentes con su familia y sentimientos de culpa.
Y como corolario, da inicio a una disputa inesperada: los niños comienzan a competir con el celular por la atención de sus padres y como respuesta muchos padres intentan calmar a sus hijos… dándoles el celular para que jueguen o miren videos.
El aspecto positivo de esta situación es que también existen modos de usar positivamente los teléfonos móviles en el plano de la relación padre-hijo: ya sea para acceder a información sobre parentalidad en Internet, para mantener contacto con los hijos adolescentes cuando estos salen de casa, o incluso para compartir momentos en casa mirando juntos algún video.
También podemos sacar provecho de los celulares para modelar buenos hábitos: por ejemplo, mostrar como en determinados momentos (por ejemplo, durante la cena familiar) apagamos el celular para poder compartir junto a nuestra familia tiempo sin distracciones.
Guido Entenberg
Docente en la carrera de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad CAECE.