«Puedo tardar en responder. Si es urgente, llámame por favor. No escucho mensajes de audio. Tampoco acuso recibo de comunicaciones de prensa».
Establecí las oraciones anteriores como el mensaje de estado en mi perfil de WhatsApp desde el 1 de noviembre de 2020.
Lo escribí ante la oleada de mensajes proveniente de trabajadores de agencias de prensa y relaciones públicas que recibí en los días previos con motivo de la edición 2020 de la acción de comercio electrónico CyberMonday.
Ante la probabilidad muy alta de que ese mensaje de estado en WhatsApp no se lea, refuerzo la advertencia con esta nota, una más en la serie de artículos sobre este tema.
El tiempo es como el aceite y se escurre con mucha facilidad por, entre otras causas, el uso de WhatsApp, una herramienta asincrónica, como si fuera un canal de comunicación en tiempo real.
Como aclaro en el mensaje de estado en WhatsApp, si es urgente, prefiero el llamado, porque es más concreto y ahorra tiempo.
Tengo silenciadas todas las notificaciones en mi teléfono móvil, salvo las de llamadas telefónicas entrantes por la red del operador telefónico y por WhatsApp.
Comprendo que otros colegas míos prefieren WhatsApp y lo usan incluso como un correo electrónico, pero en mi caso eso no sucede, como lo explico en las siguientes notas propias: