El año 2020, signado por la pandemia del coronavirus, tuvo un penúltimo día en la ciudad den Olivos, en el norte del Gran Buenos Aires, con un frente de tormenta acorde al cimbronazo del flagelo sanitario.
Ese día me desperté temprano, como lo hago habitualmente desde hace una década y media.
Cuando me asomé a la ventana, vi que desde el noroeste venía un frente de tormenta inusual, por su altura, volumen y velocidad de desplazamiento.
Tomé un teléfono móvil LG Velvet que probaba durante esos días y empecé a registrar el fenómeno.
Todavía el sol no estaba tapado por las nubes e iluminaba el centro comercial Unicenter.
El contraste de las nubes bajas con las casas y edificios iluminados por el sol era fuerte.
Aproveché el gran angular del móvil para fotografiar el avance del frente sobre la ciudad vecina de Martínez.
El viento comenzó a sentirse en el balcón de casa, y aproveché los últimos minutos de sol para retratar el contraste.
El avance del frente sobre Martínez parecía de una película de ciencia ficción.
Finalmente, el frente llegó a la línea de mi departamento, y siguió su avance hacia el río de la Plata.
Todas las fotografías, salvo la inicial, fueron editadas con un software del teléfono móvil, que elimina errores de composición y ajustes manuales.