Ayer, 30 de julio, el día de mi 61 cumpleaños en esta tierra de los vivientes, fui gratamente sorprendido por una oleada de afecto y cariño.
Parientes, amigos y conocidos me expresaron sus deseos de felicidad desde las primeras horas del día, a través de múltiples canales de comunicación.
La primera en saludarme fue mi hija Agustina, quien, gracias a las 13 horas de diferencia horaria entre Australia y Argentina, me contactó antes de que transcurrieran cinco horas del 30 de julio en Buenos Aires. A todos, mi más sincero agradecimiento.
La fotografía que acompaña esta nota fue tomada el 29 de julio de 2025 desde mi casa en Olivos, en el norte del Gran Buenos Aires.
Después de mi jornada laboral, me concedí uno de los mejores regalos musicales: disfrutar de corrido las seis suites para cello de Johann Sebastian Bach.
PD: Ofrezco disculpas a quienes, al momento de publicar esta nota, aún no he respondido sus saludos. Espero hacerlo en las próximas horas.
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