Al cruzar las puertas de Chaijaná, uno es recibido por el aroma envolvente del té Marsala recién servido, evocando imágenes de las vastas estepas de Asia Central y los antiguos mercados de Rusia.
En medio del barrio porteño de Palermo, este restaurante no es simplemente un espacio para comer; es una experiencia sensorial que invita a viajar sin moverse del lugar.
La atmósfera cálida y los colores terrosos envuelven al visitante, transportándolo a una cultura rica y fascinante, pocas veces explorada en la gastronomía porteña.
Chaijaná se distingue por ofrecer una propuesta culinaria poco común en Buenos Aires: sabores auténticos de Asia Central y Rusia, de tradiciones milenarias.
Más que un restaurante, es un puente cultural que acerca a los comensales a historias, aromas y platos que narran las vidas y costumbres de pueblos lejanos.
La decoración combina elementos tradicionales y contemporáneos: tapices con estampados geométricos, lámparas de hierro forjado, vajilla de cerámica pintada a mano y muebles bajos de madera oscura que invitan a sentarse cómodamente.
Las paredes están adornadas con fotografías antiguas y artefactos que remiten a la vida cotidiana de pueblos nómadas, bazares coloridos y festividades ancestrales.
Un rincón está reservado para una pequeña biblioteca con libros sobre historia, geografía y cultura de esas regiones, fomentando el interés y la curiosidad de los visitantes.
El ambiente es íntimo y acogedor, con una luz cálida que genera un efecto casi mágico y apacible, ideal para disfrutar de una comida que es a la vez familiar y exótica.
Esta atmósfera no solo hace sentir cómodos a los comensales sino que también los invita a detenerse y apreciar no solo la comida, sino también la narrativa cultural que trae consigo cada bocado. Es ese “algo más” que distingue a Chaijaná de otros espacios gastronómicos en la ciudad.
Chaijaná es una palabra referida a casas de té tradicionales y centros de reunión en países como Uzbekistán. El restaurante es un proyecto del chef ruso Dmitry Kaplin y su esposa Diana Kaplina. La cocina utiliza ingredientes como arroz, cordero, berenjena y especias. Puedes ver el menú completo de Chaijaná aquí.
Compartí una cena con amigos en Chaijaná el 8 de agosto de 2025. El video y las fotografías incluidas en este artículo fueron registradas con un teléfono móvil Motorola Edge 60 Pro.
El menú de Chaijaná: un mapa de sabores
En Chaijaná, la carta es un viaje que va desgranando la riqueza gastronómica de Asia Central y Rusia. Cada plato cuenta una historia, con recetas que se han transmitido durante generaciones y que combinan influencias turcas, persas, mongolas y eslavas.
Plov
Considerado el plato nacional de Uzbekistán, el plov es un arroz pilaf cocido lentamente con piezas de cordero, zanahorias y cebollas, todo salteado con una mezcla especial de especias como comino y cilantro. El arroz queda suelto y aromático gracias a la técnica de cocción que respeta cada ingrediente para preservar su sabor.
En Chaijaná, preparan el plov en un kazan —una especie de caldero profundo— siguiendo la tradición, y lo acompañan con una guarnición de ensalada fresca y picante para equilibrar.
- Plov
- Aderezos.
A continuación, una galería de fotografías en orden aleatorio de una parte de la oferta gastronómica de Chaijaná.
- Té Marsala
- Té Marsala
- Pan de cebolla
- Pan de cebolla
- Samsa tatarstan
- Haravats
- Lengua en salsa agridulce, haravats y samsa tatarstan.
- Lengua en salsa agridulce.
- Lengua en salsa agridulce, haravats y samsa tatarstan.
- Lengua en salsa agridulce, haravats y samsa tatarstan.
- Samsa tatarstan
- Haravats y lengua en salsa agridulce.
- Vareniky
- Vareniky
- Pelmeny
- Kartoshka
Chaijaná es más que un restaurante; es una invitación a la exploración cultural y sensorial. En un Buenos Aires repleto de propuestas gastronómicas, este pequeño rincón destaca por su autenticidad por mostrar la gastronomía de Asia Central y Rusia.
Para quienes buscan ir más allá de lo habitual, Chaijaná ofrece una experiencia nueva que enriquece, ampliando los horizontes y recordándonos que la diversidad cultural puede vivirse a través del paladar y del corazón.
Si deseas descubrir nuevas historias a través de aromas y sabores únicos, Bonpland 1965 es una parada obligada, donde la magia de Asia Central y Rusia cobra vida en Buenos Aires.
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