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Tras meses de euforia en la Argentina por el desembarco de Starlink, el servicio de Internet satelital de SpaceX, una empresa del magnate sudafricano-estadounidense Elon Musk, los usuarios locales reportan que el servicio no siempre cumple con la promesa de conectividad total.

Obstrucciones naturales, micro cortes y el impacto del clima extremo en diversas geografías del país exponen las debilidades del sistema.

Cuando Starlink comenzó a operar oficialmente en la Argentina en 2024, se presentó como la solución definitiva para el interior profundo.

Sin embargo, la experiencia de miles de usuarios en foros y redes sociales sugiere que la «utopía satelital» enfrenta obstáculos reales que van más allá del marketing. Aunque la velocidad inicial impresiona, la estabilidad diaria se ha convertido en el principal foco de quejas.

El cielo debe ser perfecto para Starlink

Uno de los problemas técnicos más críticos es la sensibilidad del hardware. El plato de Starlink requiere un cono de visión despejado de 100 grados hacia el cielo.

En las zonas rurales de Argentina, esta exigencia choca con la geografía: por ejemplo, árboles antiguos en las estancias pampeanas o la sombra de las montañas en la precordillera mendocina provocan caídas drásticas de velocidad.

Incluso un follaje estacional puede reducir la señal de 150 Mbps a apenas 5 Mbps, generando frustración en quienes dependen del servicio para el trabajo remoto.

Micro cortes: el enemigo de las videollamadas

Si bien el servicio es notablemente superior al antiguo ADSL, no logra igualar la confiabilidad de la fibra óptica. El fenómeno de los «drops» (cortes de entre 5 y 30 segundos) es moneda corriente, especialmente en horas pico.

Estos episodios suelen pasar desapercibidos al navegar por la web, pero resultan devastadores para videoconferencias en plataformas como Zoom o partidas de juegos en línea, donde la latencia estable es fundamental. Los usuarios argentinos hoy compiten por el ancho de banda con vecinos de Brasil y Chile, lo que acentúa la saturación nocturna.

Un equipo vulnerable al clima local

La diversidad climática del país también pone a prueba el hardware. El llamado «rain fade» o atenuación por lluvia es una realidad: tormentas fuertes pueden interrumpir la conexión por periodos de hasta una hora.

En la Patagonia, los desafíos son otros: vientos intensos que desplazan las antenas y temperaturas bajo cero que pueden afectar los motores de orientación del plato.

A esto se suma el riesgo de daños físicos por granizo, un fenómeno común en varias provincias que puede inutilizar la superficie reflectante del equipo.

¿Vale la pena la inversión?

A pesar de estos inconvenientes y de un costo mensual que arranca en los 55.000 pesos, Starlink sigue siendo, para muchos, la única alternativa real frente al aislamiento.

No obstante, los expertos y usuarios coinciden en que el sistema aún se siente como una «versión beta»: potente en los papeles, pero caprichosa en la práctica.

El futuro del servicio en el país dependerá de la llegada de nuevas versiones de satélites (V2) y antenas más resistentes, además de la inminente competencia de otros actores globales, como el proyecto de Amazon, que podría obligar a SpaceX a ajustar la calidad de su prestación en suelo argentino.

Nota de R.: Este artículo acerca de Starlink fue publicado originalmente en iProfesional


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César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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