Como periodista especializado en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) me toca escribir sobre algunas creaciones, desarrollos, inventos, sistemas y plataformas, cuyos fabricantes los anuncian como “revolucionarios”, “transformadores”, “disruptivos”, “saltos cuánticos” (¿?), “un antes y un después” y otras frases rimbombantes por el estilo. Sin embargo, con el paso del tiempo se observa que esos lanzamientos tuvieron menos recorrido que el globo de los hermanos Montgolfier.
Menciono un par de ejemplos de los últimos años: ¿Alguien vio alguna vez en la Argentina a una persona realizando una videollamada desde su teléfono móvil?
El sistema está vigente en el país desde 2007, según lo conté en esta nota propia. Pero cinco años después, no he visto ningún caso de alguien que realice una de estas videollamadas.
Incluso, no he visto esta situación en ferias tecnológicas multitudinarias como el Consumer Electronic Show (CES) y el Interop de Las Vegas (EEUU), el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona (Cataluña) y el CeBIT de Hannover (Alemania).
El otro enigma: ¿Alguien vio en la calle a una persona leyendo en su teléfono móvil el contenido guardado en un código QR? Son esos cuadrados con líneas y símbolos negros y blancos, como si fueran un código de barras alterado y sobre los cuales puedes leer más en esta nota propia.
Están ampliamente difundidos, pero nunca observé a un consumidor “leyendo” uno de estos códigos en alguna vidriera o escaparate.
Las TIC tienen una larga lista de ideas que no dieron buenos resultados. Algunos lo definen como “vaporware”, divulgados con mucho entusiasmo y poca sustancia. Y otros fueron víctimas de pálpitos equivocados sobre lo que el usuario realmente quería. Tal parece ser en los casos de las videollamada y los códigos QR.
En los comentarios puedes sugerir otros «enigmas tecnológicos argentinos» similares o en otras partes del mundo.