Disculpas por anticipado por el siguiente lugar común. Una definición habitual de un amigo es la siguiente: es aquella persona que está junto a uno en las buenas y en las malas. Y uno de ellos que le cabe justo esa definición es Pablo González.
Es rigor, con Pablo, un porteño de 50 años como yo, fueron muchas más las alegrías que las tristezas compartidas.
Nos conocimos a fines de la década del ’70 en una iglesia bautista en el barrio porteño de Caballito. Compartimos escenarios en recitales, él como tecladista y yo como percusionista y/o baterista, en bandas en esa iglesia y en los grupos Abiatar, Coda y Minadar. Fuimos juntos muchas veces al estadio Monumental y gozamos juntos en esa cancha gloriosa cuando nuestro querido River Plate salió campeón de la Copa Libertadores de América en 1986 y 1996. Campamentos, salidas, comidas, recitales, son muchos los momentos gratos que disfruté con Pablo, quien también estuvo junto a mí cuando falleció María, mi hija mayor.
Radicado desde hace unos 15 años en la ciudad chubutense de Puerto Madryn, en la costa patagónica argentina, junto a su esposa Leticia y su hija menor Candela (la mayor, Dana, estudia en Buenos Aires desde 2013), Pablo es uno de los 50 amigos que elegí para celebrar mis 50 años (más información sobre esta idea aquí).
Hace unas semanas Pablo me confirmó, vía correo electrónico, que estaría por Buenos Aires. Eligió el café más tradicional de la ciudad, el Tortoni, donde nos reunimos durante algo más de una hora el 12 de septiembre de 2014. Cinco días antes habíamos gozado juntos en el Monumental con un nuevo triunfo de nuestro River Plate…
Pablo es locutor profesional y docente de música y de radiodifusión. Como excelente trabajador de la voz, mantiene perfecto su timbre desde hace varias décadas. Pero no habla engolado, como si estuviera todo el tiempo ante un micrófono de radio. Siempre tiene una actitud sincera y cercana y una risa fresca y franca.
Con la misma naturalidad con la que conduce todos los días el principal ciclo de noticias del canal de TV de Puerto Madryn, Pablo conversó conmigo sobre su vida y me escuchó mientras disfrutaba una copa de frutillas con crema acompañada por una Pepsi, y yo apuraba un café con leche con medialunas de manteca.
Rodeados de turistas brasileños que copaban las mesas del Tortoni, Pablo me obsequió una torta galesa y un vino tino, ambos de origen patagónico. Regalos por mis 50 años que aprecio profundamente, como la amistad que nos une.
Hola Cesar, cuando me llego tu Mail, pensé que era un spam o algo por el estilo, así que no le di importancia. Ahora que veo en Facebook la publicación veo que no era así……disculpas por no responder. Desde ya, si no me reemplazaste en la lista, con gusto me gustaría que nos juntemos ! Abrazo. Martín Saizar