El aeropuerto alemán de Frankfurt es un nodo del planeta, porque desde esta terminal aérea hay vuelos a la gran mayoría de los países del globo, como puedes comprobar aquí.
Llegué a Frankfurt el 9 de abril de 2016, procedente de Buenos Aires en un vuelo de la aerolínea alemana Lufthansa, en el Boeing 747-8i, la «reina de los cielos», como se lo conoce en la jerga aeronáutica.
El avión arribó pasadas las 12.30, y tenía disponible casi un par de horas hasta tomar el siguiente avión que me llevaría a Beijing, primera ciudad de mi viaje a China.
El aeropuerto ocupa una superficie de 21 km² y tiene capacidad para unos 65 millones de pasajeros al año.
Es la base de operaciones de Lufthansa, el tercero en Europa tras Londres-Heathrow y París-Charles de Gaulle y el número 11 del mundo.
Aunque luce gris por la iluminación de tubo fluorescente azúl pálido en sus amplios pasillos y espacios, dispone de patios de comidas que le dan algo de color:
Uno de los negocios libres de impuestos apunta al consumidor de China, el destino final de mi viaje:
En el aeropuerto están presentes las principales multinacionales alemanas con sus logotipos, productos y servicios:
En la siguiente fotografía están juntos las dos principales aeronaves de Lufthansa, la mayor aerolínea europea: el primer plano, el Boeing 747-8i, y en segundo plano, el Airbus A380, con dos cubiertas a lo largo de todo su fuselaje, a diferencia de la «reina de los cielos» en el que, aunque también tiene dos, la cubierta superior abarca solamente la parte delantera del fuselaje.
En Frankfurt operan aerolíneas de todos los continentes. En la siguiente fotografía, por ejemplo, tres de Asia: en primer plano está un avión de Irán Air, luego otro de la aerolínea libanesa Middle East Airlines y al fondo, uno de la japonesa All Nippon Airways (ANA).
En la terminal 1 me esperaba el Boeing 777-39L(ER) de Air China que me llevaría a Beijing.
Mientras mis colegas y compañeros de viaje aprovechaban la conexión gratuita a Internet para instalar un sistema que les permitiría sortear el bloqueo estatal chino a servicios y espacios en la Red provistos por Google, Facebook, Twitter y otras empresas (contaré más al respecto en otra nota), me dediqué a fotografiar al avión de la principal aerolínea china.
Luego de una postergación de media hora respecto al horario original, comenzó el embarque.
Los carteles impresos y plastificados denotaban cierta informalidad, impropia de un aeropuerto alemán…
Me esperaban casi nueve horas de vuelo hasta las antípodas de Buenos Aires. Pero la adrenalina y la emoción borrarían ese cansancio.