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Por primera vez, casi todo el mundo en la Tierra tendrá una cámara en sus manos.

Más de 5 mil millones de personas poseerá un teléfono móvil, casi todos ellos serán teléfonos inteligentes y casi todos ellos tendrán cámaras.

Así, muchas más personas tomarán muchas más fotos que nunca antes.

Sin embargo, los conceptos de “cámaras” y de “fotos” son bastantes estrechos y reducen las capacidades que tienen estas supercomputadoras de bolsillo conectadas a Internet que llamamos “celulares”.

Es cierto, el sensor de un teléfono móvil puede captar algo que se parece a las imágenes que toma una cámara de 35 mm, o a las que graba una cámara de video tradicional.

Sí, es más fácil mostrar esas imágenes a nuestros amigos en Internet que enviarlas por correo postal, y son más fáciles de editarlas o recortarlas, o ajustarles los colores.

Al revés de lo que ocurre con las fotos analógicas, con las fotografías del celular ni tenemos que guardarlas en álbumes ni pagar en un laboratorio para revelar un rollo de 36 exposiciones.

Podemos capturar todo el tiempo, no sólo en el momento en que se pulsa el botón “disparador”.

El video no tiene que ser lineal. Y podemos poner texto o imágenes en la parte superior de ese video.

Pero estos términos son similares a los de una cámara de fotos y nos limitan, porque especifican un uso particular para la tecnología subyacente que puede hacer muchas tareas más.

Utilizar una cámara del “smartphone” sólo para tomar y enviar fotos es como decir que el procesador de textos sirve para tomar las notas que escribíamos en una máquina de escribir.

Lo diré de una vez: estamos utilizando una nueva herramienta para encajarla en las formas antiguas.

Puedes leer más sobre este tema en esta nota que escribí para Ovrik, un diario digital sobre tecnologías de la información y la comunicación (TIC) fundado y dirigido por mi amigo y colega Ignacio Pan.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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