Unos 27.000 km en menos de tres días en tres continentes distintos. No serán la vuelta al mundo en 80 días, uno de mis libros preferidos de Julio Verne, pero quien me quita lo bailado, o mejor dicho, volado…
Escribo esta nota en el aeropuerto Charles de Gaulle, el principal de París, Francia (la fotografía de apertura de esta aeroestación), mientras espero el vuelo que me llevará a Beijing, la capital de China.
El 17 de agosto a la noche volé desde Miami, EEUU, a Buenos Aires, Argentina, en un avión de American Airlines, unos 7.200 km según el sistema de navegación del Boeing 777-200.
El 18 de agosto llegué a Buenos Aires, trabajé desde el automóvil que me llevó desde el aeropuerto de Ezeiza hasta mi casa, donde seguí trabajando en forma remota,
A la tarde de ese día embarqué en Ezeiza en un Boeing 777-200 de Air France hacia París, donde llegué el 19 de agosto, luego de un viaje de 12.000 km.
Y ahora, a punto de volar hacia Beijing, unos 8.000 km, también en Air France y, sí, adivinaste, en un Boeing 777-200. Llegaré el 20 de agosto a la mañana a la capital china.
Tres noches seguidas arriba de diferentes aviones entre América, Europa y Asia.
Por segunda vez en un año visitaré China, invitado por la empresa Huawei.
Junto a mis amigos y colegas Gabriela Samela y Miguel Distéfano recorreremos Beijing, Shenzhen y Hong Kong.
Intentaré publicar notas desde China en este blog, y fotografías del viaje en Instagram.
Dicen que viajando se fortalece el corazón, canta Litto Nebbia en «Solo se trata de vivir», y puedo dar fe de ello.