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Mario Ravaglia estudió biología y se doctoró en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) . Con dudas en su vocación, hizo un posgrado que le cambió la vida.

Ingresó como asistente en una empresa dedicada a la investigación clínica y hoy es director asociado del área clínica de PPD Argentina.

En la siguiente entrevista de Gabriel Rocca, publicada por la agencia NexCiencia, Ravaglia (en la fotografía superior, tomada por Juan Pablo Vittori) remarca la importancia de que los estudiantes conozcan las múltiples alternativas laborales que tienen y señala que en el ámbito de la investigación clínica hay numerosas oportunidades para biólogos y químicos.

-¿Por qué decidiste estudiar biología?

–Yo soy de la generación Jacques Cousteau. En esa época, el sinónimo de biólogo era Jacques Cousteau. Así que entré a la Facultad en el 83. Tuve que hacer un curso de ingreso de cuatro meses con un examen con cupo, aunque al final entramos todos los que aprobamos. Ahí empecé a hacer las materias básicas y se me empezó a abrir la cabeza.

–A medida que cursabas, ¿qué caminos fuiste tomando?

–Yo lo primero que quise hacer, y que les recomiendo a todos los que cursen la carrera, fue meterme como ayudante en distintos laboratorios. No sólo para ganar práctica, sino para conocer y así darme cuenta de que había ciertas áreas que me interesaban más que otras. Entonces, el primer año me puse a trabajar en el bioterio. Después, entré en un laboratorio que trabajaba en plancton con el Instituto Antártico. Eso me dio la oportunidad de ir a la Antártida. Más adelante, me enganché en un laboratorio de embriología marina del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Lo que ocurre es que cuando surgen posibilidades de becas o necesidad de ayudantes, al primero que van a buscar siempre es al que conocen. Así que ahí empecé a trabajar, hice mi tesis y desarrollé mi carrera. Ese laboratorio después cerró y nos mudamos a la Facultad al laboratorio de embriología animal, que dirigía María Cristina Maggese. Ahí me recibí y después hice el doctorado que terminé en el 2000. Yo no me proyectaba hacia el futuro haciendo investigación básica. Me di cuenta de que yo agarraba un paper y lo leía medio forzado, no era una cosa que me interesara tanto como a montones de amigos que no podían parar de leer papers. No tenía esa pasión.

–Hasta ahí venías por el camino clásico, dabas clase, investigabas. ¿Cómo se fue dibujando la alternativa que derivó en un cambio de trabajo?

–Un día, por el 2002, dos compañeras, Fabiana Lo Nostro y Andrea Pozzi, me comentaron que se habían anotado en un curso de posgrado en investigación clínica y farmacológica y me dijeron que me sumara. Yo no tenía idea de qué se trataba pero me anoté con ellas. Era algo totalmente nuevo y me interesó muchísimo. Terminé el curso y me contacté con ex graduados de Exactas; uno de ellos, Marcelo de Las Heras, ya se había puesto a trabajar en eso. Hablé con él y en la empresa donde estaba me ofrecieron entrar como asistente de proyecto, lo que sería el primer escalón. Hoy, después de 16 años, estoy como director de esa empresa: PPD Argentina.

–¿Qué cosas evaluaste para dejar tu lugar en la Facultad, después de tantos años, e irte a una empresa?

–Fue una decisión muy difícil porque era dejar muchos años de trabajo en un equipo muy bien constituido. Pero era un contexto muy complicado, yo estaba esperando mi tercer hijo y la situación económica se me hacía cada vez más difícil. Además, yo no me proyectaba hacia el futuro haciendo investigación básica. Me di cuenta de que yo agarraba un paper y lo leía medio forzado, no era una cosa que me interesara tanto como a montones de amigos que no podían parar de leer papers. Eso a mí me faltaba, no tenía esa pasión. Entonces, decidí dar un paso al costado y probar. Me la jugué y no me arrepiento.

–Cuando pasaste al ámbito privado, ¿el trabajo en la empresa tenía algún punto de contacto con lo que hacías en la facultad?

–En realidad, el nombre “investigación clínica” puede llevar a confusiones. El laburo que hago yo se llama monitoreo clínico. La tarea de investigación que hacemos nosotros no es la que estamos habituados en la facultad, que es estar en una mesada, con un microscopio. No hacemos nada de eso. De hecho, estamos todo el día delante de computadoras. Nuestro trabajo es una suerte de labor detectivesca para la cual es muy útil tener el método científico incorporado en nuestro cerebro como parte de nuestro desarrollo. Eso es lo que más utilizamos.

–Durante tu carrera en la Facultad, ¿recibiste algún tipo de información acerca de alternativas laborales fuera de las tradicionales?

–La verdad es que no creo haber recibido mucha información. Siempre pensé que sería importante contar con planteos de este tipo. No para cambiar las salidas laborales tradicionales, sino para informar que no se trata de la única alternativa, para que la gente sepa que hay otros caminos viables. En otros países, esta área de investigación clínica es parte de la orientación de algunas carreras. Sería bueno que se fuera conociendo como una alternativa más para aquel que no quiere hacer investigación.

–Desde tu punto de vista, para seguir un camino diferente a la investigación y la docencia, ¿es conveniente primero doctorarse y después dar el salto al sector privado, o es mejor hacerlo apenas licenciado?

–Para el rubro en el cual trabajo un doctorado no me aporta a la tarea específica del monitoreo y, a veces, puede pasar que esa persona esté sobrecalificada. ¿Qué quiero decir con esto? Yo había logrado el máximo grado académico y cuando pasé a lo privado empecé de cero, porque empecé como asistente de proyecto. Alguna vez se me pasó por la cabeza: ¡Yo tengo un doctorado y ahora estoy ocupando este lugar! Pero yo no conocía nada de lo que estaba haciendo. Entonces, en este rubro, hacer el doctorado no te va a dar más chances de ingresar a la empresa o de avanzar en ella.

–Vos entrevistás a gente que se postula para ocupar posiciones en la empresa. ¿Qué opinás acerca del nivel de los egresados de Exactas?

–En la empresa trabajan, desde hace años, varias personas egresadas de Exactas. Algunos de ellos han sido alumnos míos, incluso. Yo te diría que el nivel es muy bueno. Me parece que la Facultad tiene un nivel tal que no cualquiera llega al final. Es decir, los que llegan son todos de muy bien diez para arriba. Después puede ser que tengan vocaciones distintas, pero me parece que la facultad sigue teniendo un muy buen nivel.

–En el área en la que vos te desempeñás, ¿te parece que hay espacio para que se incorporen más biólogos y químicos a los planteles de las empresas?

–Sí, creo que sí. Las personas que quieran desarrollarse como monitores clínicos tienen un campo muy grande, si bien el negocio ha ido cambiando con el tiempo. Cuando yo entré, y hasta hace algunos años, era muy frecuente que las compañías buscaran gente para desarrollar. Personas que no tuvieran ninguna experiencia en este rubro para ir capacitándolos. En el último tiempo, muchas veces se requiere gente que ya tenga experiencia en monitoreo. Pero igual tratamos de hacer nuestro propio semillero y seguimos apostando a gente de distintas áreas de la salud y la investigación básica porque sabemos que tienen un capital intelectual muy importante y útil para el desarrollo de este trabajo.

–¿Qué le dirías a un estudiante que está cerca de obtener su licenciatura pero que tiene dudas y no siente que su vocación sea la investigación y la docencia pero que tampoco conoce otras alternativas profesionales?

–Varias cosas. Primero, recomendaría no dejar cosas inconclusas. Si están cerca de licenciarse o de doctorarse, no abandonar, terminar esa etapa, porque les va a abrir muchas puertas. Pero después, si ya están en jaque en cuanto a su vocación, para mí lo más importante es informarse. Hoy con Internet podés tener un acceso amplio a información que antes no había. Me parece que ese es un buen punto: cuanto más te puedas informar, más seguro vas a dar los pasos siguientes. Yo no sé si en el área de extensión de la Facultad están aggiornados en cuanto a las alternativas laborales que hay para los graduados. Esa sería una tarea importante: orientar a la gente sobre su futuro. Yo me acuerdo de que, cuando estudiada, las alternativas eran: Conicet, cargo docente e irte al exterior, no había mucho más. Ir a una empresa privada era excepcional. Todo esto sin ir en desmedro de lo loable y lo buenísimo que es hacer investigación básica. Pero me parece que es bueno que la gente sepa que hay alternativas para que aquellos que no estén convencidos de seguir el camino tradicional las puedan aprovechar.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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