La pregunta del título de esta nota fue respondida, en una entrevista que le realicé, por Sergio Candelo, director de operaciones de la empresa argentina de software y servicios informáticos Snoop Consulting.
«Creo que la clave -más allá de definir si se debería tener o no un embajador- es entender el para qué se tendría esa figura; qué funciones cumpliría, sobre todo en un contexto en donde las principales tecnológicas ya tienen acceso directo a los mandatarios. En algunos casos, de hecho, las grandes empresas terminan teniendo igual o más poder que algunos países», dijo Candelo.
«En este sentido, se podría decir que una función que podría tener un embajador tecnológico sería la de evaluar y generar nuevas formas de relacionamiento y acción más allá de lo exclusivamente protocolar», agregó este alto ejecutivo de Snoop.
Puedes leer la entrevista completa que publiqué en iProfesional aquí.