Más vale prevenir que curar. Eso es lo que dejó traslucir Mark Zuckerberg, el fundador y director general ejecutivo de Facebook, cuando reconoció el 17 de febrero que las grandes empresas tecnológicas necesitan más regulación para desarrollar sus actividades sin perjudicar a la democracia.
El creador de un conglomerado que tiene a las mayores redes sociales del mundo (Facebook e Instagram) y a la aplicación de mensajería instantánea más usada del globo (WhatsApp) admitió en una nota de opinión en el Financial Times:
«No creo que las compañías privadas deban tomar tantas decisiones por su cuenta cuando afectan a valores democráticos».
El pedido público de Zuckerberg se conoció menos de una semana después de que la Comisión Federal de Comercio (FTC, sigla en inglés) estadounidense anunciara que examinará adquisiciones anteriores de Alphabet (matriz de Google), Amazon, Apple, Facebook y Microsoft.
Las órdenes especiales anunciadas por esta comisión gubernamental sugieren que se está enfocando en la cuestión de cómo las compañías tecnológicas usan las adquisiciones para acumular poder y cómo se usan los datos de las compañías adquiridas.
En el caso que la FTC establezca nuevas reglas para las próximas fusiones, o incluso desautorice las ya realizadas, se abriría una «era de hielo» para los gigantes tecnológicos, que desde 2015 tienen una relación problemática con el presidente Donald Trump.
Un anticipo de esa posibilidad se registró en junio de 2019 cuando las acciones de Amazon, Alphabet y Facebook cayeron en forma estrepitosa por investigaciones judiciales en los Estados Unidos.
El jefe de la Casa Blanca tiene mejores vínculos con jugadores tecnológicos tradicionales, como las empresas de telecomunicaciones.
Por ejemplo, aprobó el fin de la neutralidad de la red, que había sancionado su antecesor Barack Obama, una medida que favoreció a las «telcos».
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