«La caja armenia» es un emprendimiento gastronómico de mi colega Evangelina Himitian, quien desde la cocina de una casa en Buenos Aires ofrece un viaje a las comidas que hacía mi abuela Lousaper Dergarabedian.
Evangelina no conoció a Lousaper pero tienen algo en común, además de la fe cristiana: el amor por la cocina armenia.
La propuesta gastronómica de Evangelina, una excelente cronista como lo reflejan sus notas en el diario porteño La Nación y sus libros, aparenta ser sencilla: ofrecer una caja con los mejores platos de la comida armenia.
Pero para quienes conocemos en forma directa el esfuerzo y la dedicación que lleva hacer estos platos, que implican poner el cuerpo durante varias horas, sabemos que de sencilla la comida armenia tiene muy poco.
Compré una unidad de «La caja armenia» a principios de julio. La degustación de sus componentes, todos frescos y en perfecta presentación, fue un retorno a la mesa de mi abuela.
En esa mesa, Lousaper nos ofrecía todos los domingos a toda la familia una gran variedad de comidas hecha con sus manos, que sobrevivieron al genocidio armenio.
Un tiempo de gozo de sabores, colores y aromas que era al mismo tiempo un ejercicio de la memoria del lugar de nuestros orígenes por el lado paterno.
¿Qué trae «La caja armenia»?
Evangelina explica la propuesta en el siguiente video:
«La caja armenia» se entrega los viernes a partir de las 18.00 en horario asignado en una casa del barrio porteño de Villa Santa Rita (cerca de la esquina de las avenidas Juan B. Justo y Nazca).
También se envía a toda la Capital Federal por el servicio de remises Cabify, con costo adicional. Se reserva con anticipación de al menos dos días.
La combinación de platos cambia todas las semanas. «La caja armenia» trae más de 2,5 kilos de comida lista para consumir, armada dentro de una caja de 34 cm x 34 cm x 18 cm de alto.
Puedes ver cómo es la caja y sus ingredientes en el siguiente video:
Incluye varios platitos de entrada y dos o tres platos. Es suficiente para que coman cuatro personas y «piquen» cinco.
¿Dónde y cómo se compra «La caja armenia»?
Atención: sólo se preparan diez cajas por semana y se las llevan los primeros en reservar.
«La caja armenia» cuesta 1.800 pesos y en promoción de lanzamiento se consigue a 1.500 pesos.
Se le pueden sumar adicionales, como café armenio, té armenio, «cositas dulces», más pan y vino, entre otros, según disponibilidad.
Por ejemplo, las entradas pueden ser de hummus (pasta de garbanzos) y hummus con palta y apio, y tomatitos especiados o dolmá (pimientos rellenos con carne).
Se sirve en canastitas de masa que se pueden comer después de terminar las pastas. Viene con cinco panes árabes.
También incluye ensalada Belén (morrón, pimientos asados, zucchini, cebolla, berenjena, miel, especias y frutos secos).
Yo probé la caja donde venía los exquisitos manté, para el gusto argentino serían un especie de raviolini o cappelletti.
También hay bandejas de subereg, el maravilloso hojalde de quesos armenio, o los potentes kefté (pastel de carne y trigo), o los lehmeyun, las clásicas masas con carne abiertas o en triangulo, además de los shish kebah, las brochetes de carne y verduras.
A continuación, un video del subereg:
«La caja armenia» tiene un perfil en Instagram acá. Desde ahí puedes acceder al formulario de pedidos.
Una vez que reservas, Evangelina se comunica con vos para pasarte la dirección de retiro y coordinar la entrega.
Lo puedes pagar en efectivo si lo retirás, o por transferencia bancaria previa a la entrega.
También está disponible un enlace de Mercado Pago para abonar con la aplicación de esa plataforma o tarjeta de crédito o débito vinculada a ella.
Testimonios de clientes
Puedes leer y escuchar testimonios de clientes en este video.
Te comparto a continuación fotografías de mi gran experiencia con «La caja armenia», para que vos también puedas gozar con esta rica experiencia gastronómica que propone Evangelina.
Puedes ampliar las fotografías haciendo clic sobre ellas.
Algunas fotos son de las canastitas con breves rastros de los alimentos, porque como dice mi amigo Leandro Zanoni, esas fotografías de platos vacíos y con pequeños restos son las mejores de las comidas…