Quienes sufrimos la muerte de un hijo en un hecho violento, como un accidente o un crimen, afrontamos de repente una travesía extensa por un sendero al borde de un precipicio, como es un proceso de duelo antinatural.
En medio de ese dolor abismal, las personas que enfrentan la pérdida inesperada de un hijo o de un pariente o amigo muy estrecho, recurren a diferentes bastones que ayudan a transitar ese proceso, que pueden provenir de la fe, la psicología y otros saberes y experiencias.
Un recurso que recomiendo para estos casos es una guía para víctimas publicada por la Asociación Civil Madres del Dolor.
Esta obra de 15 páginas fue escrita por Jimena Aduriz y Viviam Perrone. Fue declarada de interés por la Cámara de Diputados de la Nación y por la Cámara de Senadores de la Nación.
Viviam es la madre de Kevin Sedano, quien fue atropellado por un automóvil que manejaba Eduardo Alexis Sukiassian, de 20 años, quien lo abandonó en la esquina de la avenida del Libertador y Corrientes, en la ciudad de Olivos, en el norte del Gran Buenos Aires.
Como consecuencia de las heridas sufridas en ese accidente, Kevin falleció el 8 de mayo a los 14 años.
Luego de ese hecho, Viviam fundó, junto a Silvia Irigaray, Marta Canillas, Isabel Yaconis, Elsa Schenone, Elvira Torres, Elsa Gómez y Nora Iglesias la Asociación Civil Madres del Dolor.
Esta entidad publicó esta guía, que puedes descargar aquí en formato PDF, y que ofrece información y asesoramiento a los parientes y allegados de la víctima.
La guía orienta y brinda recursos para el proceso de duelo y la participación en el circuito judicial, al que se ingresa a partir de estas muertes por un hecho violento.
Hasta aquí, el relato formal e informativo. A continuación, unos apuntes sobre Jimena y yo.
Conocí a Jimena en la carrera de comunicación social de la Universidad del Salvador en 1983, junto a su prima, Verónica, quien me honra desde ese año con su amistad.
Jimena se cambió de turno en 1984, y no volví a saber de ella hasta el 12 de junio de 2013.
Un día antes se había confirmado que el cadáver de una adolescente encontrado en la cinta transportadora de residuos de un centro de procesamiento de basura en el norte del Gran Buenos Aires era de Ángeles Rawson, hija de Jimena, y que estaba desaparecida desde el 10 de junio.
Ángeles, de 16 años, fue asesinada ese 10 de junio por Jorge Mangeri, el portero del edificio en el barrio porteño de Palermo, donde esta adolescente vivía junto a Jimena y su familia.
Cuando vi a Jimena en la TV el 11 de junio pidiendo por el paradero de su hija, no la reconocí de inmediato, pero al escuchar el apellido me comuniqué con Verónica para confirmar si era su prima.
El 12 de junio fui al local de la empresa funeraria Cochería Paraná, a muy pocas cuadras de mi casa en Olivos, donde se realizaba el velatorio de Ángeles.
Unas horas antes había escrito a mano una serie de consejos a partir de la experiencia de duelo por la muerte de mi hija María, de 17 años, en un accidente automovilístico en 2008.
En la puerta de la funeraria me encontré con Verónica quien en medio de la multitud me llevó hasta Jimena.
Nos estrechamos en ese tipo de abrazos que intentan contener para no caer al vacío del dolor más profundo que se pueda vivir.
Luego de darle la carta dentro de un sobre, resumí a Jimena en pocas frases ese escrito.
Al día siguiente, acompañé a Jimena al entierro de Ángeles, en el cementerio Jardín de Paz, donde también fue inhumada María.
En las semanas y meses y años posteriores mantuvimos el contacto, mientras intercedía ante Dios por su vida y la de su familia.
Jimena logró resignificar el dolor por el femicidio de Ángeles. Esta guía, que recomiendo si debes afrontar ese precipicio, es uno de los resultados de ese proceso de duelo.