Impulsada por el Colectivo Reciclador, se abrió una escuela de huerta urbana abierta a la comunidad, “La Margarita”, en el barrio porteño de Constitución, con el objetivo de promover la producción de alimentos sanos, seguros y soberanos y potenciar el rol de cada habitante de la ciudad como protagonista activo.
La escuela se encuentra ubicada en Solís 1286, donde las clases se ofrecen de manera virtual los sábados de 10.00 a 12.00.
“En esta segunda ola de pandemia (de coronavirus) lo que podemos hacer es producir nuestras propias verduras, como lechuga, ajíes, perejil, tomates, acelgas, etc. La tierra se consigue en la calle y se puede armar la huerta en el balcón, en la terraza, en las veredas, no hay impedimentos para tener la propia cosecha”, dijo Carlos Briganti, más conocido como «El reciclador urbano«, la cara visible del colectivo.
Según me informó el colectivo en un comunicado, la iniciativa va en sintonía con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que en el informe “Ciudades más verdes en América latina y el Caribe” (2016), promueve la agricultura urbana y periurbana.
Esta actividad es decisiva para la seguridad alimentaria y nutricional, porque ofrece alimentos locales, frescos, a los habitantes de las ciudades.
El contenido de las clases de la escuela de huerta urbana “La Margarita” incluye conocimiento sobre el sustrato, el compostaje, armado de contenedores, rotación de cultivos, cosecha y conservación de la semilla, distintos calendarios de sembrado y métodos según región, usos y costumbres, producción de plantines, cosecha en la huerta urbana, almacenamiento de agua sin cloro y reconocimiento de las plagas más comunes en la huerta, entre otros temas.
Además, propone el desarrollo de técnicas para mejorar y/o regenerar el suelo, mediante prácticas de agricultura regenerativa adaptadas al entorno urbano, fortalecer la educación ambiental y contribuir a la valoración de la huerta como herramienta disparadora para lograr un cambio en la comunidad.
El predio donde funciona la escuela se montó sobre un terreno perteneciente a la murga Les Verdes de Monserrat, que decidió colaborar con la agrupación para aprender a reciclar.
“Es hora de retomar la conexión con la tierra, la alegría de ver crecer nuestro alimento, el placer de comerlo y compartirlo también”, concluyó Briganti.