La brecha digital puede entenderse como la separación entre las personas que manejan y tienen acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y quienes no. Una de las variables que determinan esta brecha digital es el acceso a Internet en los hogares.
Una acción clave para achicar la brecha digital en los últimos dos años fue el avance en la construcción de redes comunitarias que permitieron brindar conectividad en aquellas zonas donde las empresas no invierten.
Estás redes crecieron gracias al apoyo económico del Estado que desde 2020 utiliza aportes del Fondo Fiduciario de Servicio Universal (FFSU) en dos programas de financiamiento: uno para barrios populares y otro, denominado «Roberto Arias», para zonas rurales y comunidades de pueblos originarios.
Desde la creación del primer programa, más de 91.000 familias de casi 350 barrios populares en la Argentina consiguieron acceso a Internet gracias a las comunidades que presentaron sus proyectos al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), según datos oficiales. Hay proyectos que aguardan la aprobación del directorio de ese organismo para desplegar sus redes.
«La Argentina es el primer país en el mundo que usa el FFSU para construir redes comunitarias de Internet, es un caso testigo», señaló Nicolás Echániz, miembro de AlterMundi, una organización no gubernamental (ONG) que desde hace 10 años promueve el despliegue de redes comunitarias, libres, autónomas y descentralizadas.
El segundo programa fue lanzado a mediados de 2021 y a fin de año se presentó el primer proyecto acompañado por AlterMundi para las redes comunitarias de QuintanaLibre, MolinosComunitaria y LibreGrandeNet, que permitirá ampliar y mejorar la conectividad en las localidades cordobesas de José de la Quintana, Los Molinos y Casa Grande que construyen sus redes libres desde 2011.
Los programas se desarrollaron luego del fuerte impulso que generaron las organizaciones sociales como AlterMundi en 2018 en la primera «Cumbre argentina de redes comunitarias» (CARC). A partir de allí se abrió la discusión con el Estado para gestar normativas y herramientas que permitieran otras lógicas de acceso a la conectividad.
El primer paso fue el reconocimiento de las redes comunitarias como actores sociales por parte del Enacom y la creación de las licencias de servicios de valor agregado de redes comunitarias (VARC) para ellas. Con el asesoramiento de AlterMundi, el Enacom abrió los programas de ayuda económica que hoy se ejecutan.
AlterMundi desarrolla software libre y hardware de código abierto, que se sintetiza en el LibreRouter, un proyecto y también un equipo (router y antena) que facilita el despliegue de redes comunitarias de Internet. Puedes ver un mapa de redes comunitarias en la Argentina aquí.
La ONG concibe Internet como un instrumento para incrementar la transparencia y el acceso a la información y facilitar la participación ciudadana hacia cambios sociales, culturales, económicos y políticos que mejoren la situación de las comunidades. Internet es entendida, así, como un bien común, según me informó esta entidad en un comunicado.