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En 1923, Walt Disney, de apenas 22 años, fundó, junto a su hermano Roy, Disney Brothers Cartoon Studio, un estudio de animación de películas que hoy es conocido como The Walt Disney Company.

En el 2022 consiguió unos beneficios de 3.150 millones de dólares. Cien años después, es el padre de un gran imperio audiovisual, parques temáticos, canales de televisión, una discográfica y su propia línea de cruceros; y de grandes insignias globales de la animación: Mickey Mouse, Pato Donald y más de 500 dibujos animados.

Las historias de la factoría Disney marcaron la infancia de muchos niños y niñas, no siempre para bien.

Algunos giros de guion trágicos hicieron mella en la imaginación de los más pequeños, rozando casi el trauma, aunque para los expertos es una oportunidad.

«Dentro de la magia que el niño necesita para vivir debe haber algo de miedo que permita proyectar a los más pequeños sus temores, sus creencias instintivas y sus tendencias negativas», apuntó Débora Chomsky, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Citada en un boletín que me envió la UOC, Chomsky propone también compartir con los niños alguna historia «cruda» para trabajar esos sentimientos.

Disney+Adiós a los villanos clásicos en las películas infantiles

Lo que sí parece claro es que las historias están modificándose, y los elementos también.

En los últimos diez años, hubo una tendencia en la industria cinematográfica a crear historias que se alejan del tradicional antagonista, que solía ser una parte fundamental en muchos cuentos a lo largo de la historia del cine.

En la factoría Disney, se pasaron de villanos muy claros, como Jafar, Scar, Úrsula, Cruella de Vil o Maléfica, a películas que transforman el personaje antagonista hasta eliminar su propia figura; por ejemplo, Frozen, Encanto, Del revés o Coco, por citar algunas.

«Es muy evidente que se ha optado por evolucionar del modelo narrativo clásico héroe-antihéroe para avanzar en narrativas más modernas, probablemente porque se trata de títulos que buscan apelar a públicos de distintas generaciones», explicó Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora del grupo GAME.

Hoy los personajes antagonistas se humanizan para observar su recorrido vital como un cambio, una especie de evolución personal: por ejemplo, Elsa (de Frozen) lucha contra sí misma; en Encanto, la protagonista y su hermano contra su familia para ser aceptados, o en algunos casos luchan contra fuerzas de la naturaleza.

Los grandes logros ahora se centran en lo íntimo (nuestra interacción con la sociedad y nosotros mismos), como una verdadera epopeya.

¿Por qué está cambiando la forma de construir estos personajes? «Probablemente, a la propia industria este tipo de historias la ayuda a no meterse en jardines de posturas maniqueas que tantos problemas le han dado con los clásicos (por ejemplo, las características raciales o la fisonomía de los antihéroes, que con la mirada actual ya no es algo políticamente correcto)», explicó Neira.

Chomsky afirmó que, a través de historias de miedo, los menores son capaces de sacar a la luz instintos negativos y rechaza las versiones «edulcoradas» de algunos relatos que evitan los finales infelices.

En cualquier caso, veremos si el futuro de la industria se mueve por estos claros más que oscuros en sus personajes.

«Es evidente que como tendencia continuará, porque está claro que funciona, y otros estudios están haciendo lo mismo», concluyó Neira.


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