Este 17 de agosto de 2024 cumplo 38 años de ejercicio ininterrumpido del periodismo. Un día como hoy pero de 1986 atravesé el portón negro del edificio de Arenales 1925, en el barrio porteño de Recoleta, para mi primer día de trabajo como periodista profesional.
En ese edificio que hoy sigue en pie estaba Radio Splendid, además de otras emisoras. Tenía 22 años cumplidos un par de semanas antes cuando me recibieron en la mañana de ese día al fondo de la planta baja de ese edificio Norberto Salguero, el gerente del informativo de la radio, y su mano derecha, Andrés Zabala, quien era el productor general del noticiero.
Mi primer trabajo en el periodismo profesional fue escuchar en una pequeña salita vidriada una selección de las entrevistas que realizaba Salguero en un ciclo matutino y que elegía Zabala.
Eran unas cuatro o cinco notas diarias en las que debía incluir muchas citas textuales de los entrevistados, la mayoría de ellos funcionarios y políticos, y de vez en cuanto algún economista.
Cada entrevista se grababa en una cinta magnética de carrete abierto, como la de la fotografía superior. Las escuchaba con auriculares y tomaba en un cuaderno apuntes de las citas en una salita vidriada.
Mientras tanto, al lado mío, un operador y Claudio Martínez, otro productor del noticiero seleccionaban y editaban otras entrevistas para incluirlas en boletines y panoramas de noticias.
Luego de escuchar esas entrevistas, iba con el cuaderno a la redacción del noticiero, donde escribía una gacetilla periodística para cada entrevista, en una gastadísima máquina de escribir Olivetti, con papel carbónico.
Entregaba esas gacetillas y sus copias carbónicas a la secretaria de Salguero, quien las ensobraba y enviaba a través de un cadete a los editores de la sección Política las agencias de noticias Télam, Diarios y Noticias (Dyn) y Noticias Argentinas.
El objetivo de mi trabajo era que las agencias citaran esas entrevistas en algún cable de noticias y, sobre todo, a la radio y al programa. Y si al día siguiente alguno de los diarios porteños citaba la entrevista, la radio y el programa en una de sus páginas impresas, mi alegría era como convertir un gol en un partido de fútbol.
Trabajé un par de meses de lunes a viernes durante unas cuatro horas diarias con esa tarea asignada. Ese tiempo fue un entrenamiento que me sirvió para pasar después a la redacción de boletines y panoramas de noticias. Pero esa es una historia personal del periodismo que contaré en otra nota. Puedes leer aquí acerca de los otros medios donde trabajé en estos 38 años.
Mi agradecimiento permanente a mi homónimo, mi tío César Dergarabedian, quien hizo el contacto para que Salguero y Zabala me entrevistaran y contrataran a modo de prueba, y a ellos dos porque me dieron confianza e impulsaron en estos primeros pasos en el periodismo profesional.
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