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El cambio climático es un emergente de la presión sobre los recursos naturales que hacemos los seres humanos, porque somos más, consumimos más y por ende contaminamos más.

El aumento de la población producen un mayor consumo per cápita, y no se puede pensar que ese consumo no es legítimo, por ejemplo aunque el número de personas que viven sin energía eléctrica se redujo casi a la mitad en la última década, en el 2023 todavía había 675 millones de personas que vivían sin energía eléctrica (3,2 millones de personas mueren cada año de enfermedades por no tener electricidad, según la OMS).

Proveer de electricidad a esas personas requiere petróleo, carbón o energías renovables, por lo que el aumento de población también consume el clima. Hoy crecen más los países en vías de desarrollo que los desarrollados.

En el libro «De cautivos a señores del clima: historia y cambio climático», de Vicente Barros, puede leerse lo siguiente:

«Incrementar la masa forestal cae dentro de la misma idea que la fertilización de los océanos, captar el CO2 de la atmósfera y fijarlo en la biomasa.

Cuando la masa vegetal está en equilibrio, el carbono secuestrado por la fotosíntesis se compensa con el que se devuelve a la atmósfera en forma natural por respiración, lento decaimiento o por incendios.

Por el contrario, si hay un aumento de la masa vegetal, el cambio en el stock de carbono almacenado en la madera, las raíces y el suelo se habrá debido al CO2 retirado de la atmósfera. En tanto que, al cabo de 20 años o más, la masa forestal cosechada vaya siendo compensada con nuevas plantaciones, la forestación realizada inicialmente habrá servido para aumentar el stock de carbono almacenado.

Esta mitigación del cambio climático es sólo efectiva durante el período de crecimiento del stock de biomasa, es decir por pocas décadas.

Pero, aunque su aporte es transitorio, no deja de ser interesante porque inicialmente ayuda a reducir las emisiones netas globales, ganando tiempo hasta que en un futuro más distante se alcancen condiciones tecnológicas y políticas que permitan emisiones netas nulas o incluso negativas.»

El Foro Económico Mundial de Davos en 2019 planteó plantar, proteger y restaurar un billón de árboles hasta el 2050. La estimación cuantitativa del secuestro de CO2, producto de esta iniciativa es difícil por la variedad de situaciones que abarcaría al tratar de conservar bosques y selvas de distintas características ecológicas, al no conocer las especies que se utilizarían y su ubicación como tampoco conocer si se aplicarían o no rutinas de clareo como se hace en las forestaciones comerciales. Pero no cabe duda de que la iniciativa del billón de árboles tendría un impacto significativo.

Los informes Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y Situación de los Bosques del Mundo 2022, realzan que sólo si se intensifican los esfuerzos para reducir la deforestación y se implementan otras actividades de mitigación en el sector forestal, se podrá alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales.

Agrega Barros: «Si efectivamente se plantara y mantuviera la mitad de esa cantidad de árboles en 20 años, un cálculo aproximado arroja que el secuestro de CO2 sería de 200/ 350 GT, lo que a primera vista retrasaría el umbral de calentamiento de 1,5ºC en unos 2 años y el de 2ºC entre 5 y 8 años.»

La forestación ayuda a mitigar el cambio climático sin demasiados riesgos ni costos.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), celebrada en Sharm el Sheij, se lanzó la Alianza de Líderes por los Bosques y el Clima (Forest and Climate Leaders’ Partnership – FCLP), cuyo objetivo es poner en práctica el compromiso asumido por más de 140 países en la COP26 realizada en Glasgow, resumidamente es detener la pérdida de bosques y unir la acción de los gobiernos, las empresas y los líderes comunitarios en materia de gestión y conservación sostenible de los bosques. Participan en la Alianza 27 países, que representan más del 60 % del PIB mundial y el 33 % de los bosques del mundo.

La alianza es una oportunidad para implementar soluciones que reduzcan la deforestación, que aumenten la restauración de los bosques y que fortalezcan los medios de vida de las personas que viven en las zonas forestales.

Con bosques sanos se podrán cumplir los compromisos climáticos compartidos en el marco del Acuerdo de París. Y solo con bosques intactos y llenos de vida podemos abordar la biodiversidad.

Cambio climático: la experiencia de Balance Cero en San Luis

La Argentina está sobre los promedios mundiales de emisión, y debe asumir el compromiso de buscar una mayor eficiencia en la energía, el manejo de la basura, los edificios y el transporte.

Las oportunidades de reducción de emisiones en base a la captura y secuestro de carbón como la forestación, los biocombustibles y el cambio de uso de petróleo por gas son indispensables.

San Luis tuvo una clara política ambiental, uno de los planes implementados fue Balance Cero que buscó el compromiso de niños y adultos con el medioambiente. A través del uso de la tecnología aprendieron acerca de la eficiencia energética, la forestación y la disminución del calentamiento global. Esta iniciativa fue colaborativa, medioambiental y digital, dirigida a alumnos de primero a sexto grado de todas las escuelas primarias de San Luis. Se buscó sensibilizar a los actores en una problemática tan compleja como el calentamiento global, mostrando la forma en que se calculan las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y cómo se pueden mitigar sus efectos a través de la forestación; generando así conciencia ambiental en el uso de los recursos naturales.

Balance Cero fue una iniciativa muy premiada tanto en la Argentina como internacionalmente. Algunos de los premios recibidos fueron los siguientes:

  • Categoría calidad educativa en el Premio Sadosky 2009.
  • Categoría educación del premio FRIDA/eLAC 2010.
  • Categoría iniciativa colaborativa en el Internacional Green Award 2011.
  • Categoría ambiente en los premios WSIS 2012.

Se necesitan más acciones para colaborar en la lucha contra el calentamiento global, que ya afecta a todos los habitantes del planeta. Si bien hay investigaciones tecnológicas muy interesantes, la forestación está sin duda al alcance de casi todos los pueblos del mundo.

Todos los habitantes, empresas y organismos deberían conocer su huella de carbono, y tratar de compensar la misma plantando árboles, por lo que el plan Balance Cero es una gran alternativa que debería generalizarse.

Alicia Bañuelos

Alicia Bañuelos

Presidenta de la Fundación Naos. Ex ministra de Ciencia y Tecnología de San Luis (2015-2023). Ex rectora de la Universidad de La Punta (2018 -2023).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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