Skip to main content

Cuando finalizaba mis estudios en la escuela secundaria y comenzaba a buscar trabajo, a principios de la década del 80, en los avisos clasificados de empleo había casi siempre una condición indispensable: saber dactilografía, también conocida como mecanografía, la técnica de escribir en una máquina sin mirar el teclado, si es posible utlizando todos los dedos de ambas manos.

Aunque sabía escribir a máquina, apenas lo hacía con los dos dedos índices, por lo que me decidí a realizar un curso en las academias Pitman, una cadena de centros de capacitación en diferentes oficios y habilidades de oficina.

En máquinas de escribir Olivetti con teclados ciegos (las letras estaban borradas a propósito), teclas duras como piedras y cintas con escasa tinta, aprendí mecanografía en un local de la Pitman en el barrio porteño de Caballito.

En la sala iluminada con tubos fluorescentes titilantes y paredes blancas, rodeado de personas más adultas que yo (entre ellas no estaba la joven rubia del aviso superior…) que necesitaban ese curso para aspirar a un trabajo mejor remunerado, logré memorizar las ubicaciones de las letras en el teclado, ayudado por unas marcas en las letras F y J, que aún hoy persisten en los teclados de computadoras.

Sin embargo, cuando empecé a trabajar como cadete y secretario en el estudio de arquitectura de mi tío Guillermo Dergarabedian, volví al sistema mecanográfico de dos dedos, que sigo utilizando hoy, al igual que mi amigo y colega Ariel Torres.

Los recuerdos de la Pitman surgieron el 19 de marzo de 2018 (más de tres décadas después de mi paso por esa academia) cuando vi en la calle Guatemala, en el barrio porteño de Palermo, el siguiente cartel:

El diseño del teléfono móvil que aparece en el aviso recuerda a un modelo «clamshell» o con tapita, con teclas físicas, las más apreciadas por las personas ancianas, que en general se sienten incómodas e inseguras con los hegemónicos teclados táctiles.

Así como las Pitman ofrecían cursos para satifacer necesidades concretas de aptitudes laborales, hoy miles de adultos mayores necesitan conocer y dominar aunque sea en forma inicial estas computadoras de bolsillo que son los teléfonos móviles, que necesitan para comunicarse con su familia y descendientes y sus amigos, además de ayudarlos en su vida diaria.

Espero que el candado inserto en el celular que aparece en el aviso signifique que el curso incluirá nociones básicas de seguridad.

Tiene lógica que aparezca el número de un teléfono fijo en el aviso, porque los ancianos y adultos mayores son uno de los últimos reductos donde sobreviven estas líneas telefónicas.

¿Llegaremos a ver avisos de este tipo pero referidos a cascos y gafas de realidad aumentada, virtual o mixta o híbrida?

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: