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Hoy, 13 de julio de 2014, puede ser un gran día…

…como fue el 26 de junio de 1978 en Buenos Aires, cuando tenía 13 años de edad y salí a festejar a las calles con mi madre y mi hermana la consagración de la Argentina como campeón mundial de fútbol, en medio del horror de la dictadura militar que asolaba en ese momento al país.

Vimos el partido en el departamento de mi familia, en un televisor blanco y negro sintonizado en en uno de los 4 canales de aire que sintonizaba la antena ubicada en la azotea.

El día anterior los tres fuimos al estadio Monumental, de mi querido River Plate, para ver el triunfo de Brasil sobre Italia en el partido por el tercer puesto, recordado por el gol de Nelinho. También fuimos juntos al partido inaugural, un espantoso 0-0 entre la entonces República Federal de Alemania y Polonia.

Como millones de argentinos, gritamos ese 26 de junio el primer gol de Mario Kempes ante Holanda, temblamos cuando Rensenbrink estrelló el tiro en el palo en el minuto 90 y luego nos desahogamos de alegría con el segundo gol de Kempes y el tanto de Bertoni.

En 1978 no teníamos teléfono fijo, no existía ni la telefonía móvil ni Internet. La única manera de compartir la alegría era salir a la calle y festejar con los vecinos e ir al Obelisco y a la Plaza de Mayo en una noche fría.

Ese día se tomó un respiro en su siega la parca militar, simbolizada por los automóviles Falcon color verde que recorrían la ciudad como represores ilegales que secuestraban y desaparecían miles de personas.

Las cornetas de plástico ulularon como nunca esa noche en Buenos Aires en boca de miles que tenían un registro superficial y débil de lo que sucedía en el país.

Hoy, 13 de julio de 2014, puede ser un gran día…

…como fue el 7 de septiembre de 1979, cuando tenía 14 años de edad y el mejor seleccionado argentino que disfruté, el equipo juvenil encabezado por Diego Maradona y Ramón Díaz, venció a la Unión Soviética por 3 a 1 en el Mundial de esa categoría en Japón.

Vi el partido con mis compañeros del tercer año del ciclo secundario en una aula gélida de la escuela Mariano Acosta, donde nos habían dejado colocar un televisor blanco y negro.

Luego del triunfo, las autoridades del colegio nos autorizaron a salir para festejar. Fuimos en el subte (metro) de la línea A hasta Plaza de Mayo, hasta que el día soleado y frío se ensombreció cuando el dictador Jorge Videla salió a uno de los balcones de la Casa Rosada con los pulgares en alto. Al verlo, nos retiramos de inmediato caminando hacia el Obelisco

Hoy, 13 de julio de 2014, puede ser un gran día…

…como fue el 22 de junio de 1986, cuando tenía 21 años de edad y Maradona convirtió sus dos goles más famosos, los tantos contra Inglaterra, en los cuartos de final del Mundial de fútbol en México.

Estábamos en casa de mi madre, ya había teléfono fijo aunque no había telefonía móvil ni existía Internet. Lloramos de alegría conmovidos luego de la inconmensurable obra de arte de Maradona, que aún hoy eriza la piel cuando se la mira en YouTube o en un televisor.

Debajo, los dos goles relatados por Víctor Hugo Morales:

Fue una especie de pequeña y módica revancha por la derrota sufrida en la guerra por las islas Malvinas.

Apenas terminó el partido, acordé por teléfono con mis amigos Pablo González y Luis María Di Filippo para encontrarnos a festejar en el Obelisco, en paz y en libertad, ya no estaban los militares en el poder.

Las escenas se repitieron en los mismos lugares y con las mismas personas el 29 de junio, luego de la final que la Argentina ganó 3 a 2 a la República Federal de Alemania. De nuevo los argentinos éramos el centro del mundo…

Hoy, 13 de julio de 2014, puede ser un gran día…

…como fue el 3 de julio de 1990, cuando tenía 25 años de edad y la Argentina superó a Italia en la semifinal del Mundial de fútbol 1990. La vi en un fiel televisor color Panasonic de apenas 15 pulgadas que teníamos con mi esposa Cristina, en un departamento en el barrio porteño de Belgrano R. Cristina estaba embarazada de María, nuestra primera hija.

Cuando terminó la definición por penales que convirtió en héroe inolvidable al arquero Sergio Goycochea, abrimos la ventana pese al frío invernal para salir a gritar y sumarnos a la locura general por los festejos.

Teníamos teléfono fijo a través del cual compartimos las alegrías con amigos y parientes, en especial a mi suegro Mario, italiano de nacimiento y que ese día tuvo el corazón dividido.

Debajo, un video musicalizado con «Un’estate italiana«, la mejor canción de todos los Mundiales, la de Italia 90:

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=K4u-GKi15cQ&w=640&h=480]

Lamentablemente no pudimos repetir la celebración de 1986, por culpa del árbitro mexicano Edgardo Codesal, que cobró un penal inexistente en la final del 8 de julio entre la Argentina y Alemania.

El escenario en Roma ese día fue similar al que la Argentina enfrentará este 13 de julio ante Alemania en Río de Janeiro: los organizadores del Mundial están en contra nuestro, el favorito es Alemania, la Argentina llega a la final por vía de los penales, jugará con la camiseta azul.

El fallo de Codesal que facilitó la revancha alemana nos cebó a miles de porteños a salir a la calle en medio de una fría y lluviosa tarde invernal en Buenos Aires, para gritar nuestro orgullo de ser argentinos, en medio de bocinazos y petardos.

Hoy, 13 de julio de 2014, puede ser un gran día…

…como fueron el 5 y el 9 de julio de 2014, con 49 años de edad y la Argentina pasó por primera vez en 24 años a una semifinal y una final de un Mundial de fútbol, respectivamente esas fechas.

Días frescos en el recuerdo y que serán inolvidables para mi hija Agustina, quien forma parte de una generación de argentinos que nunca había vivido estas experiencias.

Gracias a la telefonía móvil e Internet compartí las celebraciones desde el propio Obelisco, el mismo lugar de 1978 y 1979 y 1986, como se observa en la siguiente lista de videos propios.

Y en la siguiente autofoto ;):

Autofoto en el Obelisco, Buenos Aires, 9 de julio de 2014.

Autofoto en el Obelisco, Buenos Aires, 9 de julio de 2014.

Una disgresión tecnológica: el paso de la historia queda muy marcado, a la manera de las eras geológicas en la quebrada de Humahuaca o el gran cañón del Colorado, cuando se observan los videos incluidos en esta nota. Los primeros, de 1978, lucen muy pixelados y con sonido fritado, mientras que los dos últimos, los festejos del 4 y el 9 de julio, los grabé en alta definición con un teléfono móvil, desde el cual los publiqué en YouTube.

Hoy, 13 de julio, puede ser un gran día…

…porque como en aquellos años recordados, los argentinos volvemos a ser parte del centro del mundo y dueños de un orgullo representado por los jugadores del seleccionado de fútbol que hoy disputarán la final del Mundial Brasil 2014 con Alemania.

Es cierto que «nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos», como escribió en su «Poema 20» el escritor Pablo Neruda, el chileno que nació un 12 de julio de 1904 (sí, ayer se cumplieron 100 años).

En este día hay ausencias que nos acompañan en silencio: mi padre, que nunca pudo ver a la Argentina campeón mundial, porque falleció en 1973. Mi madre, con quien compartí las alegrías de 1978, 1979 y 1986, murió en 2013. Mi hermana, quien me acompañó en las mismas ocasiones que mi madre, vive en el exterior desde 2005. Mi hija María, quien estaba en el vientre de Cristina en el Mundial de 1990, falleció en 2008.

Tengo la certeza que, como en aquellos años citados en esta nota, vivimos días de fiesta, cuando tenemos la cabeza alejada de la rutina diaria, cuando los argentinos parecemos todos hermanos.

Lo admito: dentro de una semana toda esta alegría pasará y volveremos a nuestros lugares y problemas. Sin embargo, no viene mal sentirnos en el centro del mundo, festejar y gritar juntos y reconocernos unidos por el fútbol, ese deporte y esa pasión que nos cambia unos días.

Por eso, si eres argentino, vive este día como escribió Joan Manuel Serrat, ese catalán que vivió en los últimos años muchas jornadas inolvidables gracias al Barcelona que dirigió Pep Guardiola:

Hoy puede ser un gran día,
plantéatelo así,
aprovecharlo o que pase de largo,
depende en parte de ti.

Dale el día libre a la experiencia
para comenzar,
y recíbelo como si fuera
fiesta de guardar.

No consientas que se esfume,
asómate y consume
la vida a granel.
Hoy puede ser un gran día,
duro con él.

Hoy puede ser un gran día
donde todo está por descubrir,
si lo empleas como el último
que te toca vivir.

Saca de paseo a tus instintos
y ventílalos al sol
y no dosifiques los placeres;
si puedes, derróchalos.

Si la rutina te aplasta,
dile que ya basta
de mediocridad.
Hoy puede ser un gran día
date una oportunidad.

Hoy puede ser un gran día
imposible de recuperar,
un ejemplar único,
no lo dejes escapar.

Que todo cuanto te rodea
lo han puesto para ti.
No lo mires desde la ventana
y siéntate al festín.

Pelea por lo que quieres
y no desesperes
si algo no anda bien.
Hoy puede ser un gran día
y mañana también.

Hoy puede ser un gran día
duro, duro,
duro con él.

César Dergarabedian

Soy periodista. Trabajo en medios de comunicación en Buenos Aires, Argentina, desde 1986. Especializado en tecnologías de la información y la comunicación. Analista en medios de comunicación social graduado en la Universidad del Salvador. Ganador de los premios Sadosky a la Inteligencia Argentina en las categorías de Investigación periodística y de Innovación Periodística, y del premio al Mejor Trabajo Periodístico en Seguridad Informática otorgado por la empresa ESET Latinoamérica. Coautor del libro "Historias de San Luis Digital" junto a Andrea Catalano. Elegido por Social Geek como uno de los "15 editores de tecnología más influyentes en América latina".

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