El 24 de abril se cumplirán 100 años del inicio del genocidio armenio, mi comunidad de origen por el lado paterno.
Uno de los desafíos que plantean el trabajo de recordar y homenajear a las víctimas y damnificados de estas tragedias es encarnar a esas personas para que dejen de ser una cifra, una más entre miles de protagonistas anónimos. Con ese propósito entrevisté a argentinos descendientes de sobrevivientes del genocidio.
En las siguientes líneas, el testimonio del arquitecto, profesor de castellano, literatura y latín, escritor y músico Alejandro Bedrossian, 52 años, residente en Buenos Aires.
-¿Qué parientes tuyos, que conociste en persona, vivieron en carne propia el genocidio?
-Tuve muchos parientes venidos desde distintos lugares donde se llevó a cabo el genocidio. Mi abuelo Agop era de la aldea de Gebén y sobrevivió al genocidio luego de un largo destierro forzado de dos años llevado a cabo por el ejército turco. Agop sobrevivió milagrosamente a once distintas ocasiones de muerte, en la que perecieron muchos armenios. Vivió oculto entre los árabes mucho tiempo antes de huir hacia Beirut y luego a Buenos Aires, previo paso por Marsella.
Mi abuela Lutfia, en cambio, sufrió el ataque turco en la ciudad de Marash, donde vivían cientos de miles de armenios. De allí pudo huir con su familia al Líbano. Vivió un largo tiempo en Beirut, desde donde partió hacia Buenos Aires.
-A partir de tus recuerdos y vivencias, ¿cómo impactó en ellos lo sucedido hace 100 años?
-El recuerdo del horror vivido en sus años adolescentes acompañó a mis abuelos toda su vida, intensificándose en los años de su ancianidad. La pérdida de los seres queridos más directos fue irreparable. Agop tuvo que ver con sus propios ojos el asesinato a cuchillo de su madre (su padre había perecido en el desierto durante la marcha forzada) y de sus hermanos. Sin embargo, no había en ellos rencor ni odio sino deseos de justicia y, sobre todo, de un reconocimiento histórico de lo sucedido.
-¿Cuál es tu posición y actitud ante el centenario del genocidio armenio?
-Mi posición en cuanto al genocidio armenio es la del recuerdo activo, que exige justicia. Es además un recuerdo que permite asociarse al dolor de otros genocidios de personas comunes e indefensas por el solo hecho de pertenecer a una etnia o profesar una fe. Solo en el siglo 20 se han registrado oficialmente unos cuarenta genocidios, aunque seguramente habrán sido más, y cada uno de ellos es hermano de sangre del genocidio armenio.
El reconocimiento del Papa Francisco y de los estados nacionales que lo han hecho es importante. La historia debe señalar a los culpables y asesinos, sin eufemismos.
-¿Cómo recordarás el centenario del genocidio armenio?
-Mi recuerdo será silencioso. No iré a trabajar ese día (no suelo faltar a mi trabajo) y espero que mi ausencia sea una señal en el aula. Ese día no quiero escribir nada al respecto, aunque sí responder a cualquier consulta en ese sentido. Mi mejor recuerdo es vivir honrando el sacrificio de mis mayores dando lo mejor de mí y buscando la integridad a la que Dios me llama, lo cual es un desafío diario y no de una fecha conmemorativa.
Puedes leer las respuestas del resto de los entrevistados aquí.
Muy buen resumen, Alex, al que adhiero en su totalidad.