El 24 de abril se cumplirán 100 años del inicio del genocidio armenio, mi comunidad de origen por el lado paterno.
Uno de los desafíos que plantean el trabajo de recordar y homenajear a las víctimas y damnificados de estas tragedias es encarnar a esas personas para que dejen de ser una cifra, una más entre miles de protagonistas anónimos. Con ese propósito entrevisté a argentinos descendientes de sobrevivientes del genocidio.
En las siguientes líneas, el testimonio de David Kidaguian, residente en Buenos Aires.
Recibí de mis padres alguna referencia del genocidio, cada vez que contaban los sufrimientos de mis tíos y abuelos los cuales no pudieron escapar y perdieron la vida a manos de los turcos.
Incluso niños muertos por el hambre y la tristeza porque estaban desamparados ya que sus papás habían sido masacrados.
En cambio mis padres pudieron escapar a Alepo, gracias a la ayuda, aunque parezca paradójico, de un cliente turco de mi padre.
Nosotros y mis hermanos tratábamos de no abrir la conversación porque los recuerdos les traían mucha tristeza.
Aunque los turcos no quieran reconocerlo esto fue real. Me adhiero al centenario en recuerdo de todo el pueblo armenio incluido mis familiares.
Hay mucho más para contar pero sería muy extenso. En general todos los armenios vivieron historias similares.
Gracias por darme la oportunidad de expresarme, Dios te bendiga.
Puedes leer las respuestas del resto de los entrevistados aquí.