El 24 de abril se cumplirán 100 años del inicio del genocidio armenio, mi comunidad de origen por el lado paterno.
Uno de los desafíos que plantean el trabajo de recordar y homenajear a las víctimas y damnificados de estas tragedias es encarnar a esas personas para que dejen de ser una cifra, una más entre miles de protagonistas anónimos. Con ese propósito entrevisté a argentinos descendientes de sobrevivientes del genocidio.
En las siguientes líneas, el testimonio de Daniel Martín Kidaguian, 49 años, residente en Buenos Aires.
Soy nieto de armenio, tanto por parte paterna como materna. En mi niñez compartí con abuelas, abuelos y las tías abuelas, en toda la casa se hablaba el armenio. Recuerdo que ellas se vestían de negro.
El idioma armenio fue mi primer idioma, antes que el castellano, eso dificultó mis primeros pasos en el jardín y primer año de la primaria. Hasta terminado mi secundaria, cuando en 1983 tuve la dicha de tener a mi abuelo materno, Aram, quien fue el impulsor junto con sus hijos Levón, Virginia y Raquel de la empresa familiar Abadjian y Cía., hace 70 años, la cual continúa.
El 24 de abril es un día de recogimiento y mirando hacia el país de mis abuelos. Es una lástima que no haya una presión internacional sobre el Gobierno turco más notoria y aun sanciones comerciales ya que priman los intereses económicos, geográficos, etc.
Es una herida abierta que nos impulsa a no abandonar nuestra historia, para que en nuestro presente forjemos un futuro de paz y tolerancia entre los pueblos.
El genocidio lo recordaré poniendo la bandera armenia en el local, carteles respectivos, publicaciones en Facebook y asistiendo a algún acto preparado para la conmemoración.
Puedes leer las respuestas del resto de los entrevistados aquí.